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sábado, 26 de noviembre de 2016

Presidente Danilo, pobladores carretera turística Luperón piden su ayuda





Por Fernando Peña
Quien escribe es un defensor de su obra de gobierno, como ciudadano, como periodista me siento identificado con su estilo de gobernanza, con su acercamiento a los ciudadanos y sectores medios, bajos y alto en la búsqueda de soluciones a los problemas.
En estos momentos difíciles, donde la naturaleza se ha ensañado contra municipios y poblados con constantes lluvias que han ocasionado inundaciones, propiedades, puentes, carreteras y viviendas destruidas, los vemos a usted y su equipo, entre el lodazal y las lluvias, visitarle y ordenar la evaluación y la ayuda necearía para que vuelvan a la normalidad.
Pero el campo también existe presidente, los que viven en las lomas necesitan de su ayuda y socorro urgente.

Las lluvias producidas en estas semanas, deterioraron más de lo que estaba la carretera turística Gregorio Luperón, la mayoría de pobladores de la zona viven de la agricultura, pero el mal estado de la vía les dificulta llevar hasta las ciudades lo que producen. Su clamor de ayuda de su carretera y caminos vecinales lleva una lucha de más de 15 años.
 Choferes, dirigentes comunitarios y campesinos, están en una situación desesperante porque los aguaceros han erosionado parte de la capa asfáltica, creado derrumbe convirtiendo dicha carretera en intransitable.
Pero además esta es una importante vía que comunica a Santiago con Puerto Plata, con una extensión de unos 48 kilómetros, y en algunos de sus tramos se producen constantes deslizamientos de tierra.
Presidente, treinta comunidades que están ubicadas en el trayecto de la carretera turística Gregorio Luperón, entre las que se encuentran La Cumbre, El Llano, Pedro García, Lajas, Yaroa, Sonador, El 30, Yasiquita, Los Mellizos, Yásica, El Capaz, Tubagua, El 20, La U, Camú y la Gran Parada, entre otras, les suplican ir en su auxilio, y además de arreglar la carretera, repararle las vías de acceso a sus poblados campesinos.


Sé que usted ha transitado esa vía, y que de alguna manera ha quedado maravillado por su paisaje de encanto y el atractivo por su verdor, y paisaje, pero ahora representa un peligro para viajar por ella desde hace más de 18 años que inició su deterioro.
En el 2005 los trabajos estuvieron a cargo de la constructora Procisa, SA. En los últimos años los realiza la empresa Estrella, pero estos se han llevado a cabo de forma muy lentos en el tramo Gurabo-Pedro García.

El 11 de julio de 2007, la Cámara de Diputados aprobó una resolución sometida por varios diputados de las provincias Puerto Plata y Santiago, en la que se declaró de alto interés para que el a gestión de Fernández destinara a través del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones los recursos para reparar la carretera.
Aunque en el actual proyecto de Ley de Presupuesto General de la Nacional del 2017 no se visualizan recursos en las partidas de Obras Públicas y Comunicaciones, creo que usted señor presidente debe hacer una excepción y ante el total deterioro causado por estas lluvias, ordenar su arreglo, así como los caminos vecinales que comunican a sus comunidades.
Los síndicos de los distritos municipal de Yásica Arriba y Pedro García, Fabio Marte y de Jeudith Rodríguez, así como dirigentes de los sindicatos de choferes, productores agrícolas, ganaderos y campesinos, estarán eternamente agradecido si así usted lo dispone, tal y como su gobierno lo viene realizando en municipios y provincias a nivel nacional. Así decenas de productores campesinos, negocios de productos agrícolas, artesanales, de comida y otros que se han ido a la quiebra podrán resurgir y dinamizar la economía de su familia.
El autor es periodista

La familia de Fidel Castro: desacuerdos y lealtades



LA HABANA. (AP) — La de Fidel Castro, al igual que muchas otras familias cubanas, no estuvo exenta de la división entre el exilio y la solidaridad con la revolución comunista que encabezó por casi cinco décadas.
Mientras que su hermano Raúl era su confidente más cercano y fue su sucesor como presidente, su hermana Juana, exiliada en el sur de la Florida, llamó alguna vez "monstruo" a Fidel y dejó de hablarle más de cuatro décadas.
Fidelito, el hijo mayor de Castro y él único que él reconocía públicamente, se desempeñaba como científico nuclear en Cuba. Mientras en el otro extremo, Alina Fernández, nacida de una relación con una hermosa mujer casada de la alta sociedad que permaneció en la isla, criticaba a su padre duramente desde el exilio en Miami.
El extenso clan de los Castro, también sufrió el mismo tipo de disfuncionalidad y desacuerdos que afligen a tantas familias: hermanos que no se hablan, adultos resentidos por agravios de la infancia y conversaciones discretas sobre bebés nacidos fuera del matrimonio.
Durante la larga enfermedad de Castro que lo apartó del poder en 2006 y desencadenó su posterior sucesión, la reserva celosamente guardada en torno a su familia comenzó a dejarse entrever a medida que sus hijos más jóvenes y la madre de éstos, Dalia Soto del Valle, lo apoyaban y salían a la luz o se dejaban fotografiar.
Soto del Valle, una ex maestra rubia y de ojos verdes a la que Castro conoció durante las campañas de Cuba contra el analfabetismo en la década de 1960, fue la relación más perdurable de su vida, pero ella jamás se desempeñó como primera dama.
La pareja permaneció junta más de cuatro décadas y tuvo cinco hijos.
Castro, que durante la revolución cubana asumió el alias de Alejandro, continúo su homenaje a Alejandro el Grande al nombrarlos: Alexis, Alejandro o Alexander, o con nombres que comenzaran con A como a Angelito o Antonio. Ninguno participó en política.
El más conocido es Antonio, o Tony. Cirujano ortopedista, y durante año médico de la selección nacional de béisbol de la isla, posteriormente se convirtió en vicepresidente tanto de la Federación Cubana de Béisbol como de la Federación Internacional de ese deporte, con sede en Suiza.
Durante décadas sus identidades y las de su madre fueron secretos de Estado de los que sólo estaban al tanto un puñado de personas leales al líder.
Castro mantenía tanta reserva sobre su vida familiar, que su estatus marital con Soto del Valle es un misterio. Algunos reportes dicen que se casaron en una discreta ceremonia civil en 1980, pero no hay confirmación al respecto.
A la mujer del comandante, los periodistas la vieron por primera vez a principios de 2000 cuando participó en una enorme manifestación que exigía el regreso de Elián González, el niño cubano rescatado de una cámara de neumático en aguas del sur de la Florida.
Al año siguiente, Soto del Valle también hizo una inusual presentación pública en el cabaret Tropicana durante el festival internacional de puros, que se celebra cada año, y se la vio poco después en un palco en una presentación del Ballet Nacional de Cuba.
Pero no apareció junto a Castro hasta mediados de 2010, cuando él se presentó públicamente varias veces tras una ausencia de cuatro años luego de haber dejado el poder, lo cual incluyó su primer discurso ante la Asamblea Nacional desde que cayó enfermo en 2006.
Hubo también divisiones en la familia que se remontaban a un pleito por la custodia de Fidelito incluso antes de que Castro derrocara a Fulgencio Batista en 1959.
La primera esposa de Fidel, Mirta Díaz Balart, se divorció de él a mediados de la década de 1950 y se llevó a Estados Unidos a Fidelito, nacido en 1949 y el mayor de al menos los otros nueve hijos de Castro.
Castro quería que el niño de cinco años no estuviera en contacto con la familia de Mirta, que incluía a su hermano Rafael Díaz Balart, funcionario del gobierno de Batista y enemigo de la revolución en la isla. Dos sobrinos de Mirta, Mario y Lincoln Díaz Balart, se convirtieron posteriormente en congresistas de la Florida que personificaban la oposición al gobierno de Castro en el exilio.
Mientras estaba en México preparándose para librar una guerra de guerrillas, Castro convenció a Mirta a que enviara a Fidelito para una visita de dos semanas y después se negó a devolvérselo.
Posteriormente, mientras las hermanas de Castro llevaban al niño de paseo en el parque de Chapultepec, en la Ciudad de México, tres hombres armados salieron de un automóvil y lo tomaron para devolvérselo a su madre.
Incluso la propia niñez del líder Fidel Castro en el este de Cuba tuvo ciertas complicaciones.
El patriarca Angel Castro, que emigró de la región española de Galicia y estableció una granja en la localidad de Birán, aún estaba casado en primeras nupcias cuando inició una familia con la madre de Fidel, Lina Ruz.
Se desconoce qué ocurrió con María Argota, la primera esposa de Angel, con quien procreó a Lidia y a Pedro Emilio.
Angel y Lina tuvieron siete niños pero se casaron hasta después de que nació Fidel, su tercer hijo.
El hermano mayor de Fidel, Ramón, conocido como "Mongo" Castro y quien fue hacendado toda su vida, era visto en público de vez en cuando. Sus hermanas Angela y Emma también permanecieron en Cuba. La más joven, Agustina, vivió en México durante muchos años, pero viajaba habitualmente a la isla.
Ramón falleció a los 91 años en febrero de 2016.
De entre sus descendientes, el más parecido físicamente fue Fidelito. Como adulto y después de que la relación filial entre este joven y su padre se normalizara, cuando ya había triunfado la revolución, fue director de la Comisión de Energía Atómica de Cuba cargo que dejó a principios de la década de 1990 por razones no reveladas.
Alina Fernández nació el 3 de marzo de 1953 como fruto de una relación de Castro con Natalia Revuelta, una beldad de ojos verdes y cabello negro, la elegante esposa de un distinguido cardiólogo, que se enamoró de Castro durante su lucha revolucionaria.
Fernández partió de Cuba en 1993 disfrazada con una peluca y un pasaporte español falso. Posteriormente describió su sentimiento de abandono en el libro "La hija de Castro: memorias del exilio de Cuba".
El libro de Fernández creó una división incluso entre los parientes de Castro en el exilio: Juana interpuso una demanda en España en 1998, en la que argumentaba que el libro la difamaba, así como a los padres de Fidel. Un tribunal le ordenó a la casa editorial pagarle 45.000 dólares a Juana Castro.
Otro de sus hijos con Soto del Valle, el fotógrafo Alex, se hizo famoso presentando inusuales retratos de su padre.
Castro tuvo otros descendientes fuera de un matrimonio: Jorge Angel Castro, que permaneció en Cuba y tuvo al menos cuatro hijos, incluso trillizos; y Francisca Pupo, que emigró a Estados Unidos con su esposo en 1999.
Juana Castro dijo que se reunió con Pupo en territorio estadounidense.
Mientras tanto, por la otra rama familiar, la hija de Raúl Castro, Mariela, se casó con un empresario italiano y se destacó por dirigir el Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba y hablar en favor de los derechos de los homosexuales cuando estos todavía eran mirados con recelo, aunque posteriormente su activismo se ubicó dentro de las tendencias más tolerantes a la diversidad en la isla.
A pesar de sus diferencias, se decía que los Castro que aún vivían en Cuba asistían con regularidad a reuniones los fines de semana en las que comían al aire libre y hacían paseos a caballo, orquestadas por Raúl en su papel de organizador principal de eventos familiares.
Y, al igual que en muchas familias, incluso los más distanciados dejaron a un lado los resentimientos durante las crisis. Juana Castro se negó a celebrar junto con otros exiliados cuando su hermano Fidel fue operado de emergencia por un problema intestinal en julio de 2006.
"Es mi familia, es mi hermano", dijo a la Associated Press en ese entonces.

Honras fúnebres a Fidel Castro serán el lunes


HABANA. La Comisión Organizadora del Comité Central del Partido, el Estado y el Gobierno para las honras fúnebres del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, informó este sábado que a partir del 28 de noviembre, desde las 09:00 hasta las 22:00 horas, en el Memorial “José Martí”, la población de la capital podrá acudir a rendirle merecido homenaje a su líder, el cual se extenderá hasta el 29 de noviembre en el horario comprendido entre las 09:00 y las 12:00 horas.
Los días 28 y el 29 de noviembre, entre las 09:00 y las diez de la noche, en los lugares que se informarán oportunamente en cada localidad, incluida la capital, todos los cubanos tendremos la posibilidad de rendir homenaje y firmar el solemne juramento de cumplir el concepto de Revolución, expresado por nuestro líder histórico el primero de mayo del 2000, como expresión de la voluntad de dar continuidad a sus ideas y a nuestro socialismo.
El día 29 de noviembre, a las 19:00 horas, se realizará un acto de masas en la Plaza de la Revolución “José Martí” de la capital.
Al día siguiente se iniciará el traslado de sus cenizas por el itinerario que rememora La Caravana de la Libertad en enero de 1959, hasta la provincia de Santiago de Cuba, concluyendo el día 3 de diciembre.
Este propio día, a las 19:00 horas, se realizará un acto de masas en la Plaza “Antonio Maceo”.
La ceremonia de inhumación se efectuará a las 07:00 horas del día 4 de diciembre en el cementerio de “Santa Ifigenia”.
Igualmente se informa a nuestro pueblo que la Revista Militar y marcha del pueblo combatiente por el 60 aniversario del desembarco de los expedicionarios del yate Granma, día de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, se pospone para el 2 de enero de 2017.

Muere Fidel Castro, el último revolucionario



Líder autoritario o tirano sin más para media humanidad, leyenda revolucionaria y azote del imperialismo yanqui para los más desposeídos y la izquierda militante, Fidel Castro era el último sobreviviente de la Guerra Fría y seguramente el actor político del siglo XX que más titulares acaparó a lo largo de sus 48 años de mando absoluto en Cuba. Estrenó su poder caudillista el 1 de enero de 1959 tras derrocar a tiro limpio al régimen de Batista. Ni siquiera en el ocaso de su existencia, después de que una enfermedad lo apartó del Gobierno en 2006, desapareció su influencia en una isla que siempre se le quedó pequeña, pues Castro la concebía como una pieza más de ajedrez en la gran partida de la revolución universal, su verdadero objetivo en la vida. Su muerte, cuando los rumores sobre su mala salud eran cada vez mayores, fue confirmada por su hermano Raúl a través de la televisión pública.
Castro tenía 90 años al fallecer. Pero tras incontables muertes periodísticas anunciadas desde Miami, además de 650 intentos frustrados de atentado, incluidos planes de la CIA con batidos de chocolate con cianuro y trajes de bucear rociados con bacterias asesinas, puede decirse que el fallecimiento real del líder cubano ya casi ni es noticia.
La biografía de Fidel Alejandro Castro Ruz comienza el 13 de agosto de 1926 en el pequeño poblado de Birán, cerca de Holguín, antigua provincia cubana de Oriente. Fue el tercero de los siete hijos tenidos fuera del matrimonio por Ángel Castro, un rudo hacendado gallego llegado a Cuba como soldado de reemplazo al final de la guerra de independencia, y la cubana Lina Ruz, que entró a trabajar como criada en la finca familiar. Hasta que Ángel se divorció de su primera esposa y se casó con Lina, a principios de los años cuarenta, no dio a los niños el apellido, razón por la cual hasta bien entrada la adolescencia Fidel cargó con el estigma de ser hijo bastardo. Desde luego, ello no impidió que pronto destacara como un estudiante brillante en los internados de jesuitas por donde pasó, primero en Santiago de Cuba y luego en La Habana, formación que se incrustó en el núcleo duro de su carácter.
En 1945 entró a estudiar Derecho en la Universidad de La Habana, donde el ambiente de efervescencia política y pistolones le llevaron a sumarse a rocambolescas aventuras revolucionarias como el intento de expedición armada para derrocar al dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, en 1947. Un año después, siendo ya un prominente líder estudiantil, participó en la revuelta del Bogotazo tras el asesinato del líder liberal colombiano Jorge Eliezer Gaitán —fue su primera experiencia de insurrección popular—, y ese mismo año de 1948 contrajo matrimonio con Mirta Díaz-Balart, una atractiva estudiante de Filosofía perteneciente a una familia adinerada, con la que tuvo su primer hijo, Fidelito.
Según el periodista norteamericano Tad Szulc, autor de una rigurosa biografía sobre Castro, desde su juventud Fidel creyó que había “líderes destinados a desempeñar papeles cruciales en la vida de los hombres, y que él era uno de ellos”. Esa convicción, unida a su intuición política y gran poder de convencimiento, así como a su temeridad y capacidad de “convertir los reveses en victorias”, le hicieron destacar en un momento muy especial de la historia de Cuba, cuando la corrupción general y el descrédito del Gobierno de Carlos Prío Socarrás eran terreno fértil para la lucha política.
Tras graduarse de abogado en 1950 y abrir un pequeño bufete, entró de lleno en política con el Partido Ortodoxo, que lo designó candidato al Congreso en las elecciones que debían realizarse en junio de 1952. Sin embargo, el 10 de marzo de ese año la historia de Fidel Castro y la de Cuba cambiaron para siempre con el golpe de Estado que encabezó el exsargento Fulgencio Batista.
Rotas sus relaciones con la ortodoxia por considerar débil su reacción al golpe, Castro concibió una acción armada que debía provocar una insurrección popular: fue el asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953. La operación acabó en fracaso y se saldó con la muerte de 67 de los 135 integrantes del comando revolucionario, la mayoría asesinados después de los combates. Los rebeldes fueron juzgados en un proceso muy sonado en el que Castro asumió su propia defensa, el célebre alegato conocido como La historia me absolverá, donde expuso su programa político y revolucionario que incluía entre sus demandas la restauración de la constitución de 1940.
Fidel fue condenado a 15 años de prisión y su hermano Raúl a 13, pero los moncadistas fueron amnistiados en 1955 y Castro partió hacia el exilio. En México, donde conoció al Che Guevara, preparó el desembarco del yate Granma, que se produjo el 2 de diciembre de 1956 en la playa de las Coloradas, en la costa oriental de Cuba, acción que marcó el inicio de dos años de lucha guerrillera en la Sierra Maestra y que finalmente condujo a la derrota del Ejército de Batista y la huida del dictador en la madrugada del 1 de enero de 1959.
Ningún historiador puede asegurar que Castro era marxista cuando peleaba en las montañas de Sierra Maestra. No hay un solo documento que lo pruebe. Sin embargo, sí lo hay de que su enfrentamiento con Estados Unidos viene de temprano. En la carta que envió el 5 de junio de 1958 a su colaboradora Celia Sánchez, después de que aviones de Batista bombardearan con proyectiles norteamericanos el bohío de un campesino, le dice: “Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta de que ese va a ser mi destino verdadero”. Para muchos analistas esta famosa carta es clave para comprender la psicología y el modo de actuar de Castro en adelante.
Fidel bajó de la montaña envuelto en la bandera de José Martí y convertido en un ídolo popular que encarnaba los valores de la justicia social en una nación empobrecida por la dictadura. Los intelectuales de todo el mundo, con Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir a la cabeza, saludaron su victoria y aquella magia duró algunos años pese a que la revolución se radicalizó pronto.
En aquel momento Castro gozaba de un inmenso apoyo popular y su imagen era la de un genuino líder revolucionario, joven, atrevido y lleno de frescura, nada que ver con los grises dirigentes de los países comunistas de Europa del Este, instalados en el poder por obra y gracia de los tanques soviéticos y por ello simples marionetas del Kremlin.
En fecha tan temprana como el 17 de mayo de 1959, Castro puso en marcha la primera ley de reforma agraria, que supuso la expropiación de los grandes latifundios azucareros, muchos de ellos norteamericanos, a lo que siguieron una serie de medidas de corte social. Los colegios religiosos fueron nacionalizados, se hizo una campaña nacional contra el analfabetismo y tanto la educación como la salud pasaron a ser universales y gratuitas. Ya en junio Castro abandonó la promesa de celebrar elecciones libres en 18 meses (“primero la revolución, luego las elecciones”, dijo) y emprendió un drástico reordenamiento de las instituciones, mientras los fusilamientos de los primeros tiempos de la revolución eran criticados en el exterior. Los desencuentros iniciales con EE UU se convirtieron enseguida en agrias tensiones y muy pronto la espiral de medidas y contramedidas se hizo indetenible. Washington adoptó las primeras restricciones del embargo económico y en mayo de 1960 Castro reanudó las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética, interrumpidas por Batista en 1952.
No hay consenso sobre si fue el líder de la revolución con su apuesta por la vía socialista quien arrastró a EE UU al enfrentamiento, o si fue la Casa Blanca con su intolerancia a las medidas revolucionarias la responsable de que Castro se arrojase a los brazos protectores de Moscú y comulgara con una ideología que no era bandera original de la revolución. De cualquier modo, desde el principio el diferendo con EE UU se instaló en el centro de la política nacional, y si bien es cierto que esta circunstancia condicionó un Gobierno cubano con síndrome de plaza sitiada, también lo es que sirvió a Castro de justificación para todo.
Durante medio siglo Fidel gobernó la isla a golpe de discursos y utilizó masivamente la televisión para lograr el respaldo popular, un tesoro político que administró con la misma habilidad que se deshizo de sus enemigos en el momento más conveniente y que se sirvió de sus aliados para montar un sistema político a su medida, en el que el Ejército y el Partido Comunista fueron los pilares de su poder.
Uno de sus buenos amigos, el premio nobel colombiano Gabriel García Márquez, escribió de él una vez que “su devoción por la palabra” era “casi mágica”. “Tres horas son para él un buen promedio de una conversación ordinaria. Y de tres horas en tres horas, los días se le pasan como soplos”, señaló Gabo. La aparente desmesura de la descripción no es tal, ni mucho menos. Cualquier político extranjero que lo haya tratado puede atestiguarlo, y no digamos los millones cubanos de cualquier edad que han debido dedicar miles o decenas de miles de horas de su vida a escuchar las alocuciones y arengas del comandante.
Siempre al frente de Cuba y arropado por un grupo de históricos de confianza, durante medio siglo fue protagonista de todos los grandes acontecimientos del país y de no pocos hechos con repercusión internacional. en la primavera de 1961, Fidel en persona dirigió las operaciones militares para derrotar la invasión de Bahía de Cochinos, una aventura organizada y financiada por la CIA en tiempos de Eisenhower y heredada por John Fitzgerald Kennedy, que el líder comunista aprovechó para hacer lo que hasta ese momento no se había atrevido: declarar el carácter socialista de la revolución y unir todavía más a los cubanos en torno a su figura. Un año más tarde, con solo 36 años de edad, Castro fue protagonista principal de la crisis de los misiles, cuando en nombre de la hermandad socialista Cuba se convirtió en un sembrado de cohetes soviéticos y el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear.
De un modo u otro, sus manos y su cabeza estuvieron en todo: el apoyo de las guerrillas y movimientos insurgentes en África y América Latina; la aventura fracasada del Che Guevara en Bolivia, que fue precedida por la incursión del revolucionario cubano-argentino en el Congo; la zafra azucarera de los 10 millones, en los años setenta, una más de sus estrategias económicas voluntaristas diseñada para ser la salvación productiva del país y cuyo fracaso estrepitoso le obligó a entregarse definitivamente a la Unión Soviética y tragar con el lodazal burocrático del socialismo real para sobreponerse al colapso. También Fidel Castro fue responsable último de la llegada del quinquenio gris a la cultura cubana y la introducción de un sinnúmero de instituciones acartonadas calcadas de la URSS; del éxodo del Mariel, que lanzó al exilio a 125.000 cubanos en unos pocos meses de 1980, una huida vergonzante que escandalizó al mundo y dividió aún más a las familias cubanas; el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa y de otros altos oficiales de las Fuerzas Armadas y del Ministerio del Interior acusados de narcotráfico, la fractura interna más grave ocurrida hasta entonces dentro de la revolución. Otros hitos fueron la guerra de Angola, por donde pasaron más de 300.000 soldados cubanos en 15 años; el triunfo de la revolución sandinista en 1979, apadrinada por el líder cubano en los campos de entrenamiento cubanos y en las casas de protocolo de La Habana; el derribo de dos avionetas de la organización anticastrista Hermanos al Rescate; la crisis de los balseros o la resistencia legendaria del comandante a la política de embargo económico estadounidense, una justificación perfecta para casi todo.
En los años noventa, a la debacle provocada por la desaparición del campo socialista el líder comunista sobrevivió enrocándose numantinamente, fue cuando proclamó su consigna de “Socialismo o muerte”. Obligado en los años noventa a iniciar una tímida reforma económica que implicó la legalización del dólar y la apertura de ciertos espacios a la iniciativa privada, Castro se dio cuenta de inmediato de que lo que por un lado era la salvación del régimen por otro carcomía la viga maestra de la revolución. El dólar rompió el país en dos y marcó un antes y un después en la Cuba de Fidel Castro, que desde 1959 había tenido el igualitarismo como su piedra filosofal.
Entre 1989 y 1993 el mundo se vino abajo para el socialismo cubano. La isla perdió de un plumazo el 90% de sus suministros y el 35% de su Producto Interno Bruto, y aunque el pragmatismo de Castro le llevó a aceptar una serie de reformas, en el fondo las aborrecía y ocurrió lo que suele pasar cuando alguien hace algo que no desea. Solo así se explican las contradicciones delirantes de algunas de las medidas que se adoptaron entonces para oxigenar la economía, como la autorización del trabajo por cuenta propia. Partiendo de la base de que para Fidel Castro el dinero era pecado y que, según su teoría, quien lo gana en abundancia obtiene unos márgenes de independencia nada conveniente para el sistema, la lista de profesiones autorizadas para ejercer el trabajo autónomo era de espanto: “forrador de botones”, “limpiador de bujías”, “elaborador de natillas de vainilla (si eran de chocolate ya era delito), “carretonero” o “aguador”, entre otros oficios más propios del siglo XIX. En el caso de los graduados universitarios, la norma que se adoptó también tenía una lógica singular: solo podían ejercer el cuentapropismo si se empleaban en una especialidad distinta de la que se formaron.
Pese a todas las restricciones y despropósitos, la iniciativa privada fue abriéndose espacio y el número de trabajadores por cuenta propia creció sin pausa, hasta que superado lo peor de la crisis Castro dio un puñetazo sobre la mesa y él mismo cercenó el proceso de cambios que había respaldado años antes. Así, el siglo XXI entró en Cuba unido al regreso al más estricto centralismo estatal en lo económico y en lo político. Ya en 2003, no le tembló el pulso para enviar a la cárcel a 75 disidentes con sanciones de entre 6 y 28 años de cárcel pese a la unánime condena internacional, mientras la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela fue para él un balón de oxígeno —el intercambio de petróleo por servicios de salud fue el pilar de las cuentas cubanas en la pasada década— además de un reverdecer de sus viejos sueños de extender la revolución por el continente. La temprana muerte del líder bolivariano fue para él y para su hermano Raúl Castro un duro golpe.
Tras la grave enfermedad intestinal que casi le cuesta la vida y le sacó del ejercicio del poder el 31 de julio de 2006, Raúl Castro se hizo cargo de la presidencia del Gobierno y luego del liderazgo del Partido Comunista. Se inició entonces un proceso de reformas aperturistas muy controlado, así como un desmontaje silencioso del sistema paternalista y de gratuidades sociales creado por Fidel. Desde entonces el líder comunista se mantuvo en un segundo plano, escribiendo artículos sobre diversos temas y clamando contra Estados Unidos y el capitalismo desde su retiro dorado.
El 17 de diciembre de 2014, cuando Raúl Castro y Obama anunciaron el histórico acuerdo del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, Castro no hizo ningún comentario público. Tampoco reapareció al regresar a la isla ese mismo día los tres agentes cubanos condenados en EE UU por espionaje, que eran considerados héroes en la isla. La campaña para conseguir su vuelta a casa, mediante un acuerdo con Washington a cambio del contratista norteamericano Alan Gross, fue una de las últimas batallas políticas del Comandante.
Dictador calavera para muchos, último revolucionario del siglo XX para sus admiradores en el Tercer Mundo, desde hacía tiempo Castro no participaba en las decisiones de gobierno, aunque por su carácter de símbolo hasta el último hilo de vida influyó en el rumbo político del régimen cubano y marcó la línea roja que no debía cruzarse. Ahora ya no existe. Y esta vez sí es de verdad.
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viernes, 25 de noviembre de 2016

Abel Martínez, análisis de los primeros 100 días de gobierno municipal: gobierno municipal elitista, sin planes populares, atrapado políticamente con Leonel




Por Fernando Peña
Continuidad…

Además, Abel Martínez llega sin la concreción de un plan integral que más que ideas, mostrara actores u operadores políticos validados, más allá de la autocomplacencia personal.
Una debilidad que pende sobre el actual Gobierno Municipal es que hoy el PLD resulta una amalgama de intereses y grupos, donde predomina el de Leonel y Danilo, y Abel se inclinó por Leonel, demostrado en su postura, su accionar y el colocar en el Start del Ayuntamiento figura leonelistas en un claro distanciamiento del danilismo, trayendo incluso individuos de Santo Domingo. Esto ante el PLD o el grupo predominante en la organización le niega legitimidad política ante el gobierno
 Estamos frente a una administración municipal con un manejo deficiente de las expectativas realizadas en campaña, que se auto impuso metas única de embellecimiento de la ciudad y ordenamiento  que empiezan a generar un clima adverso en la población, que no se esperaba  que fuesen medidas que afectaran el pluriempleo, desbaratando casetas y puestos de trabajos informales en calles y avenidas, y eliminado mercados de purgas que si bien hay que organizar, no menos cierto es que no se pueden por decretos eliminar, llevando a la quiebra y el desempleo a cientos de familias, por la presión tuvo el ejecutivo que echar atrás esas medidas, dándose cuenta que el Gobierno Municipal, mucho menos sin planes y soluciones “ no puede arreglarlo todo”.
A cien días no hay nada que exhibir en obras y realizaciones, contrario a la pasada gestión que inauguró obras viales, etc
Otro elemento es que se ha distanciado de los poderes populares, choferes, junta de vecinos, etc., generando una profunda resaca de frustración y engaño a algunos, sobre todo a los más esperanzados en un cambio de sus vidas.
 Con disgusto se observa el clan elitista de Abel Martínez acostumbrado a las mieles del poder que le dio manejar la Cámara de Diputados y sus cuantiosos recursos, el Palacio Municipal es una sombra, dejo de estar abierto al pueblo y la soledad impera en esa mole de cemento y block.
Abel Martínez separó su oficina de todos, cerró con puertas de madera el área del pasillo donde está su despacho municipal, nadie puede subir donde el, a menos que no tenga una cita y pida permiso en la recepción de entrada del edificio.
Esas medidas se aplican para periodistas y medios de comunicación, en el novel gobierno municipal, en extremo, predomina un ambiente de elite.
Sin explicación, y fuera de los cánones legales se ha cancelado a miles de obreros y personas que trabajaban en el Gobierno Municipal, alguna de esas cancelaciones ha tenido que darle marcha atrás a fuerza de ver la laceración en el rostro de hombres y mujeres que tenían hasta 20 años de trabajo en el ayuntamiento, y que sin planificación se les manda a las calles.
Ha quedado claro, el cambio en el municipio no pasa de ser de actores.
Abel Martínez tiene urgente que conformar una agenda posible y plausible, una alianza no solo con el sector empresarial e individuos que medran alrededor de los salarios del llamado “Plan Estratégico”, sino con los sectores populares organizados, juntas de vecinos, sociedad civil, sector profesional, sector informar del comercio, etc., esto le permitiría un viraje de este gobierno municipal elitista que viene imponiendo, con participantes fundamentales de la ciudad. Continuara…  frontera25.net