
EL PRESIDENTE HABLARA AL PAIS
Fernando Peña
Ante los graves problemas que nos afectan, ante los escándalos de corrupción, narcotráfico y delincuencia generalizada, el silencio del mandatario se ha convertido en una de las quejas de los ciudadanos.
Desde el Palacio Nacional informan que hablará sobre la crisis económica mundial y sus efectos inmediatos en nuestra media isla.
Presidente, con todo el respeto, ya eso lo sabe hasta el mas ignorante de los dominicanos. Además, lo está viviendo cada hogar, cada negocio, cada hombre o mujer del pueblo.
Ya no queremos discurso bonito, freces elocuentes; como dice el pueblo, ya no queremos más cotorra.
Presidente, trate de comunicarse de manera directa con su pueblo, hable con la gente humilde de los campos y ciudades, veras que hay solo desesperanza, que la gente está como si viviéramos en un país en ruina, en total desconcierto.
Y no exagero presidente. Yo no soy afecto a su gobierno, pero creo que usted tiene que cumplir su mandato constitucional sin tropiezo, y que todos nos opondríamos a un colapso institucional.
Pero para ello usted tiene que actuar presidente. No prometiendo milagros y promesas imposibles de realizar.
Con voluntad política, rompiendo con esquemas e intereses no santos a la patria, se puede hacer mucho señor presidente.
Hay que dejar atrás ese discurso de felicidad, que nos dice, y puede ser verdad, que somos un país saneado, recuperado económicamente y con estabilidad macroeconómica.
La gente solo vez que no tenemos energía eléctrica, que los problemas seculares de la pobreza, la educación, la salud, el narcotráfico, la corrupción y la delincuencia se han incrementado en sus gobiernos.
La gente quiere sentir mejoría real en sus bolsillos, que esos problemas seculares se resuelvan o se minimicen. La gente quiere oír de usted, señor presidente, un discurso de planes inmediatos y concretos que disminuyan esos problemas.
A pesar de los prestamos que busca el gobierno, de los fastidiosos impuestos que pagamos, el Estado dominicano no tiene suficientes recursos para pagar sus deudas, para brindar un aumento o mejoría de los servicios básicos que brinda, en definitiva para impulsar el crecimiento material y espiritual de la gente.
Si bien es cierto que la crisis económica mundial influye, no menos cierto es que el elemento fundamental ha sido la utilización desproporcionada y sin control del gasto público en nominillas, sueldos de lujos, gasto en publicidad excesiva y en obras no prioritarias.
República Dominicana está obligada a la austeridad. Y debe empezar por el gobierno, eliminando, los amigos, aliados y dirigentes del PLD que ganan tres y cuatro cheches sin trabajar.
Presidente, excúseme, pero la sociedad dominicana no está compuesta de imbéciles carente de criterios.
Ya no va a dar resultado el manipular a la opinión pública, ni montar campañas sicosociales, como la del cuco del PPH e Hipólito.
Presidente, es verdad que los dominicanos, y es un problema de toda América Latina, y tenemos razón, nos quejamos de los Estados en los que vivimos, le atribuimos a los políticos toda nuestra desgracia y quebranto, pero al mismo tiempo esperamos del Estado y los políticos la solución de nuestros problemas. Por eso hay que buscar eliminar el desencuentro que existe entra la sociedad y el Estado.
Uno se pregunta ¿Y es que es tan difícil mejorar sustancialmente los servicios públicos, poner fin a la corrupción y a la coima, acabar con el desastre del sector público, hacer que lo que estén en nomina rindan una labor y que tengan una verdadera actitud de “servidor publico”?
Presidente, es hora de actuar.
De lo contrario podría llegar alguien, que discipline la tropa, someta al enemigo y ocupe el territorio.
El autor es periodista
www.frontera25.blogspot.com
Fernando Peña
Ante los graves problemas que nos afectan, ante los escándalos de corrupción, narcotráfico y delincuencia generalizada, el silencio del mandatario se ha convertido en una de las quejas de los ciudadanos.
Desde el Palacio Nacional informan que hablará sobre la crisis económica mundial y sus efectos inmediatos en nuestra media isla.
Presidente, con todo el respeto, ya eso lo sabe hasta el mas ignorante de los dominicanos. Además, lo está viviendo cada hogar, cada negocio, cada hombre o mujer del pueblo.
Ya no queremos discurso bonito, freces elocuentes; como dice el pueblo, ya no queremos más cotorra.
Presidente, trate de comunicarse de manera directa con su pueblo, hable con la gente humilde de los campos y ciudades, veras que hay solo desesperanza, que la gente está como si viviéramos en un país en ruina, en total desconcierto.
Y no exagero presidente. Yo no soy afecto a su gobierno, pero creo que usted tiene que cumplir su mandato constitucional sin tropiezo, y que todos nos opondríamos a un colapso institucional.
Pero para ello usted tiene que actuar presidente. No prometiendo milagros y promesas imposibles de realizar.
Con voluntad política, rompiendo con esquemas e intereses no santos a la patria, se puede hacer mucho señor presidente.
Hay que dejar atrás ese discurso de felicidad, que nos dice, y puede ser verdad, que somos un país saneado, recuperado económicamente y con estabilidad macroeconómica.
La gente solo vez que no tenemos energía eléctrica, que los problemas seculares de la pobreza, la educación, la salud, el narcotráfico, la corrupción y la delincuencia se han incrementado en sus gobiernos.
La gente quiere sentir mejoría real en sus bolsillos, que esos problemas seculares se resuelvan o se minimicen. La gente quiere oír de usted, señor presidente, un discurso de planes inmediatos y concretos que disminuyan esos problemas.
A pesar de los prestamos que busca el gobierno, de los fastidiosos impuestos que pagamos, el Estado dominicano no tiene suficientes recursos para pagar sus deudas, para brindar un aumento o mejoría de los servicios básicos que brinda, en definitiva para impulsar el crecimiento material y espiritual de la gente.
Si bien es cierto que la crisis económica mundial influye, no menos cierto es que el elemento fundamental ha sido la utilización desproporcionada y sin control del gasto público en nominillas, sueldos de lujos, gasto en publicidad excesiva y en obras no prioritarias.
República Dominicana está obligada a la austeridad. Y debe empezar por el gobierno, eliminando, los amigos, aliados y dirigentes del PLD que ganan tres y cuatro cheches sin trabajar.
Presidente, excúseme, pero la sociedad dominicana no está compuesta de imbéciles carente de criterios.
Ya no va a dar resultado el manipular a la opinión pública, ni montar campañas sicosociales, como la del cuco del PPH e Hipólito.
Presidente, es verdad que los dominicanos, y es un problema de toda América Latina, y tenemos razón, nos quejamos de los Estados en los que vivimos, le atribuimos a los políticos toda nuestra desgracia y quebranto, pero al mismo tiempo esperamos del Estado y los políticos la solución de nuestros problemas. Por eso hay que buscar eliminar el desencuentro que existe entra la sociedad y el Estado.
Uno se pregunta ¿Y es que es tan difícil mejorar sustancialmente los servicios públicos, poner fin a la corrupción y a la coima, acabar con el desastre del sector público, hacer que lo que estén en nomina rindan una labor y que tengan una verdadera actitud de “servidor publico”?
Presidente, es hora de actuar.
De lo contrario podría llegar alguien, que discipline la tropa, someta al enemigo y ocupe el territorio.
El autor es periodista
www.frontera25.blogspot.com
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