
DE LA POBLACIÓN PALESTINA SE AGRAVA
El Ejército israelí lleva el horror al corazón de la castigada Gaza
• Los tanques parten la franja en dos para impedir el abastecimiento de las milicias de Hamás
• Peres descarta un alto el fuego que ponga fin a una ofensiva que ya ha causado 514 muertos
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RICARDO MIR DE FRANCIA
JERUSALÉN
"Se está matando a civiles... Las bombas están cortando piernas, la metralla entra en los cuerpos y en las casas, muchos están llegando a trozos. Todo el mundo está aterrorizado". Con estas palabras describía un miembro de la Media Luna Roja el escenario dantesco que se está viviendo en los hospitales de Gaza en el segundo día de invasión terrestre israelí. Saturados de heridos y escasos de medicamentos, los centros llevan dos días sin electricidad, con las ventanas hechas añicos por los bombardeos y rezando para que Israel permita la entrada de gasolina para los generadores.
Tras la entrada anoche de miles de soldados y cientos de tanques israelís en la franja, durante el noveno día de ofensiva, Israel ha empezado a situar sus piezas en el tablero de batalla. Hasta el momento las tropas israelís no han entrado en el avispero laberíntico de las ciudades y los campos de refugiados, pero han rodeado la capital de la franja y combaten en las inmediaciones de varias poblaciones como Gaza, Yabalia y Beit Lahiya.
El Ejército ha partido Gaza en dos mitades para impedir el abastecimiento de las milicias de Hamás y los desplazamientos por carretera entre el norte y el sur. Lo ha hecho ocupando los cerca de 10 kilómetros que separan el Mediterráneo de la frontera israelí, a la altura del cruce de Karni, con una columna de carros de combate y vehículos blindados. Además, según fuentes de Gaza, ha tomado como base de operaciones el antiguo asentamiento judío de Netzarim, situado unos pocos kilómetros al sur de la capital de la franja.
Sin agua y sin luz
"Hay explosiones cada pocos minutos, tiroteos continuos y no dejan de pasar cazabombarderos. Lo estamos pasando muy mal", decía a media tarde el doctor Eihab Hindi, residente en la ciudad de Gaza. En su casa llevan seis días sin luz ni agua, pegados a la radio y sobreviviendo con un generador encendido dos horas al día.
Con esta nueva vuelta de tuerca de la ofensiva israelí, destinada oficialmente a destruir la infraestructura de Hamás y extirpar su voluntad para seguir lanzando cohetes, el reguero de muertos se ha vuelto a disparar. Al menos 40 palestinos han fallecido desde el inicio de la invasión terrestre; de ellos, solo cinco milicianos, según fuentes médicas. Del lado israelí, un soldado ha caído en el cuerpo a cuerpo en Yabalia, la más fiera de las plazas palestinas, sede del estallido de la primera Intifada. Otros 34 han resultado heridos, tres de ellos de gravedad.
Pero sigue siendo la población palestina la que está pagando el grueso de la ira de la ofensiva. Un misil de la aviación ha partido en pedazos a una madre y cuatro de sus hijos al cernirse sobre su casa de Gaza. En Beit Lahiya han muerto otros cuatro niños y tres más en Rafá. Y un mortero ha impactado en un centro comercial de la capital y aplastado a cinco civiles.
"Nunca he visto nada igual. Israel solía avisar antes de bombardear las casas, pero ha dejado prácticamente de hacerlo. Van a por la gente", decía a este diario Sami Alhau, empleado de una oenegé y residente en Yabalia. En total son ya 514 los palestinos muertos, entre el 25% y el 40% de ellos, según la fuente, civiles inocentes. Los cohetes han matado a cuatro personas en Israel. Y siguen cayendo, pese a la presión inmensa sobre la franja. Hoy han sido casi 50. "El enemigo debe prepararse para las malas noticias que les esperan", amenazó un portavoz de Hamás.
Lección "seria y real"
Lo peor es que no se ve la luz al final del túnel. El presidente israelí y premio Nobel de la Paz, Shimon Peres, ha manifestado que de momento no hay opciones para el alto el fuego. "Hamás necesita una lección seria y real, y ahora la están recibiendo", ha asegurado en una televisión estadounidense.
Peres ha insistido en que su país no desea quedarse en Gaza ni acabar con Hamás, pero son varias las voces que piensan que Israel quiere forzar un cambio de régimen apartando a los islamistas del poder. El diario Jerusalem Post ha publicado hoy que, antes de la invasión, algunos diplomáticos reaccionaron positivamente a la idea israelí de devolver Gaza a la Autoridad Palestina poniendo a Al Fatá, junto con algún mecanismo de supervisión internacional, a cargo de la frontera con Egipto.
Frontera de Egipto
Esa frontera, donde esperan docenas de camiones con comida y ayuda humanitaria, lleva dos días cerrada. Si abriera para las personas, miles se marcharían de Gaza, pero Egipto no está dispuesto a concederle otra vez a Hamás el triunfo de "romper el bloqueo", como ocurrió a principios del año pasado. La huida en la franja se limita a unos kilómetros.
"Nada más empezar la invasión, algunas familias se marcharon con algunas mantas y algo de comida a casa de sus familiares para huir de las zonas golpeadas por la artillería", ha explicado a este diario el médico jubilado Abed Yehia.
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