
Por José Sarukhán
Liderazgo, el reto de Obama
Se ha vuelto común afirmar que la campaña y final elección de Barack Obama a la Presidencia de EU ha generado expectativas tan grandes que llegan a rayar en lo iluso, lo cual se califica como uno de los retos más importantes del nuevo presidente estadounidense, un hombre que ha demostrado enorme capacidad intelectual y liderazgo, particular y notablemente al propiciar la activa participación política de la juventud de ese país lo que no había ocurrido durante décadas.
Sin embargo, el reto más grande que tiene el presidente Obama, en mi opinión, es el del ejercicio de un liderazgo que va más allá de la capacidad de entusiasmar, con ideas frescas y renovadoras, a una población asfixiada por el torpor y la podredumbre moral de la administración que le precedió. Un liderazgo que rebase el poder de convocar a un millón de personas en temperaturas bajo cero para atestiguar su toma de posesión como presidente.
Me refiero a un liderazgo que no ha existido desde hace 12 presidentes de EU (desde Franklin D. Roosevelt), hace un poco más de seis décadas. Ha sido en este periodo de la posguerra, cuando inicia el crecimiento económico extraordinario de la sociedad estadounidense y que alcanzó los crecientemente mayores niveles de vida que la caracterizan. Pero fue este un proceso sin rumbo, sin consideración ética alguna acerca de las consecuencias sociales y ambientales del mismo, que tuvo como única “filosofía” el alcance del mayor beneficio individual posible.
Lo anterior estimuló el desarrollo desbocado de un sistema económico, primero local y poco después global, basado en y dependiente del creciente consumo de bienes y, en consecuencia, de energía. Un tipo de crecimiento económico que no necesariamente significa desarrollo y ha sido el principal motor de los problemas ambientales globales que hoy ocupan centralmente la agenda política de los países.
El liderazgo del que hablo es aquél necesario para convencer a la sociedad de EU de que el american way of life, en la forma que ha tenido lugar en el último medio siglo, no sólo es insostenible, sino que constituye un “modelo a seguir” para la gente en la mayoría de los países en desarrollo —marcadamente en los emergentes como China e India— y tiene consecuencias catastróficas para el planeta, como lo atestiguamos ya. Es un fenómeno que también ocurre en otros países desarrollados, pero no con el impacto demográfico y los niveles de consumo de EU.
Convencer a la sociedad de EU, acostumbrada ya por generaciones a los niveles de consumo que el sueño americano implica, es una tarea que Obama, aunque se lo proponga, no podrá realizar en poco tiempo. Quizá (y ojalá) sólo pueda influir en reencauzar a la sociedad en un rumbo donde las metas de superación de valores personales e intelectuales (valores espirituales) tomen precedencia sobre las actuales de la acumulación de bienes materiales y de dinero.
Algunos elementos de su discurso del día 20 y los nombramientos de colaboradores en las áreas de ciencia y relacionadas a los temas ambientales son esperanzadores. El reto de Obama es uno que está más en el ámbito de la ética social hacia el ambiente y sus efectos sociales que en otros ámbitos, incluido el de la economía. Buena parte de la capacidad global de enfrentar exitosamente los retos ambientales actuales y del futuro de la humanidad depende de ese liderazgo. No tenemos mucho tiempo. ¿Lo podrá lograr?
jose.sarukhan@hotmail.com
Investigador del Instituto de Ecología de la UNAM
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