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lunes, 19 de diciembre de 2011

CONSECUENCIAS DEL ATAQUE AL HOTEL MATUM


POR HAMLET HERMANN
Visto a la distancia de 46 años, esa humillación recibida por las Fuerzas Armadas colaboracionistas, tronchó la carrera de todos los que, de alguna manera, tuvieron responsabilidad en el ataque de Santiago

Luego que los invasores impusieron sus “acuerdos de paz” a los constitucionalistas en 1965, el exPresidente constitucional, coronel Francisco Caamaño Deñó, aceptó una invitación de la filial de Santiago de los Caballeros del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

La segunda ciudad más importante del país quería homenajear a los militares constitucionalistas por su destacada participación en defensa de la soberanía nacional. Aceptar significaba desplazarse masivamente desde Santo Domingo, donde se habían desarrollado las acciones que los llevaron a la gloria nacional. De ahí que Caamaño tuviera que examinar cuidadosamente las actividades programadas y evaluar los riesgos de un probable ataque, tal como le advirtiera el presidente provisional Héctor García-Godoy Cáceres.

Los jefes militares colaboracionistas, encabezados por Francisco Rivera Caminero, planearon entonces una agresión masiva de manera que Caamaño ni la jefatura constitucionalista pudieran salir con vida de esa ciudad. Centenares de soldados fueron trasladados desde San Isidro a la base aérea de Santiago, donde se reforzarían con miembros de la Segunda Brigada del Ejército Nacional.

El 19 de diciembre de 1965, mientras los constitucionalistas recordaban al teniente coronel Rafael Fernández Domínguez en el cementerio de Santiago, miembros de la Fuerza Aérea Dominicana apostados en una azotea, abrieron fuego sobre la comitiva patriota. Ante una valiente respuesta, los atacantes huyeron abandonando armas y pertrechos de guerra. Entonces se descubrió que en el panteón y sus alrededores habían colocado explosivos con la finalidad de cometer un acto terrorista de consecuencias incalculables.

Luego, los constitucionalistas se dirigieron hacia el hotel Matum a disfrutar de un banquete junto a sus simpatizantes. Ingenuamente confiaban que todo peligro había desaparecido. Tan pronto como la multitud ingresó al edificio, un batallón de soldados tomó posiciones en el Monumento a los Héroes de la Restauración e iniciaron un nutrido fuego de ametralladoras y fusiles automáticos. Luego ampliarían el ataque con vehículos blindados que cañonearon el hotel.

Los constitucionalistas se vieron forzados a defenderse de los atacantes provocándoles numerosas bajas. Como declarara el coronel Caamaño, “solamente el valor y el arrojo de los hombres que defendían sus vidas contra una muerte inminente pudo evitar la masacre que se avecinaba”.

Luego de ocho horas de enfrentamiento armado, las bajas de las tropas atacantes fueron 72 muertos más 38 heridos de acuerdo con la versión pública del entonces presidente provisional García-Godoy. Por las tropas constitucionalistas las bajas fueron dos muertos: el coronel Juan Lora Fernández, jefe de Estado Mayor del Ejército constitucionalista, y el sargento Peñita.

La humillante derrota que los constitucionalistas infligieron a los agresores sólo podía compararse con la alcanzada el 27 de abril de 1965 en el puente Duarte. El fracaso del Matum desencadenó entonces una oleada de remociones entre los militares y funcionarios que patrocinaron la fracasada operación.

El primero que perdió su posición fue el teniente coronel Marién Ortega Piñeyro, el mismo día de la operación.

Tres días después, el 22 de diciembre, se anunció el reemplazo del teniente general Bruce Palmer como jefe de las tropas estadounidenses en República Dominicana

A la semana del Matum, el gobierno de Brasil sustituyó al general Hugo Panasco Alvim. El 13 de enero de 1966, otra víctima del fracasado ataque fue el embajador de Estados Unidos, William Tapley Bennett, quien había desinformado a Washington hasta provocar el envío de tropas a Santo Domingo.

Justo un mes después del intento de genocidio, el Secretario de Estado para Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado, Jack Hood Vaughn, fue sustituido por Lincoln Gordon.

Coincidencialmente, monseñor Octavio Beras Rojas fue desplazado por el nombramiento de monseñor Hugo Polanco Brito como Administrador Apostólico Sede Plena, evidenciando el cisma que provocó la invasión militar extranjera sobre la jerarquía católica.

Visto a la distancia de 46 años, esa humillación recibida por las Fuerzas Armadas colaboracionistas, tronchó la carrera de todos los que, de alguna manera, tuvieron responsabilidad en el ataque de Santiago. Esas sanciones evidenciaron la naturaleza agresora del gobierno de Estados Unidos y el carácter hipócrita de su política al culpar a quienes sólo cumplían órdenes superiores.

Por otra parte, la aplastante victoria constitucionalista elevó a Caamaño y a sus hombres aún más alto como defensores de la soberanía nacional y ejemplo de la dignidad del pueblo dominicano.

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