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viernes, 23 de marzo de 2012

GILBERTO SERULLA, LA ALCALDIA Y LA POLITICA

Por Fernando Peña
En la historia reciente de Santiago no se había presentado un fenómeno de popularidad hacia un político local como la que arrastro, desde que fue candidato a la Alcaldía, el doctor Gilberto Serulle. Sobrepaso el 70 por ciento de aceptación, conto con un arcoíris de fuerzas que le apoyaron, desde los dos principales partidos, hasta de fuerzas emergentes de la izquierda.
Lograr eso en una plaza tan difícil como Santiago es de titán…Serulle lo logro y llego a la alcaldía de la mano del PRD. Hizo un acuerdo con el partido blanco y fuerzas emergentes.
Sin partido llego a la Alcaldía. Ha gobernado el Gobierno Municipal con la gran mayoría, casi la totalidad, de los dirigentes y militantes del PRD, partido mayoritario que lo llevo en su boleta, por las razones de todos conocidas.
Han sido casi dos años de Gobierno Municipal matizado por las criticas acidas de algunos de los poderes facticos de este municipio, de una parte de la prensa, que al decir verdad él no le ha sido complaciente.
Gilberto ha hecho una gestión con yerros y aciertos, sus aciertos están ahí, a veces no muy destacados por una opinión pública que no le ha tratado en correspondencia con sus hechos, de sus yerros, sabe hasta limber, y se le enrostra hasta la saciedad.
Claro, la legitimidad y el consenso son aspectos que no se generan en programas de radio y televisión ni que se pueden representar estadísticamente en las encuestas. Y Serulle ha logrado esa legitimidad, ese consenso con sus aliados y con el pueblo.
Esto no significa que el alcalde Serulle piense que se puede, en nuestros días, gobernar al margen de los medios. En sociedades tan diversas, numerosas y complejas. La sociedad misma simula, intuye y afirma su facultad de fiscalización de la autoridad a través de los propios medios.
Ahora bien, la falta de visión de la mayoría de los políticos ha generado una problemática compleja en torno a la imagen de la política, ya que muchas veces se confunden los públicos y la popularidad con la legitimidad y el consenso, lo que acarrea problemas.
El poder es el bien más escaso, codiciable y corruptor que la sociedad humana ha concebido. No se puede pretender que la imagen política sea el resultado de la simpatía y la popularidad, únicamente.
A pesar de los que lo adversan, del terrorismo mediático con el que intentan acorralarlo, su imagen política se ha acrecentado, se olvidan que la imagen política no es una cuestión meramente estética. La eficiencia y calidad de la imagen política residen en la permanencia de un actor como líder, acorde a un público objetivo, a una meta social, a la envestidura que detenta.
La prensa debe seguir haciendo su trabajo, dije la prensa, no los titiriteros, porque a través de la primera, la imagen política pasó no solo a ser vista, sino interpretada, revisada y analizada.
En este proceso electoral Serulle ha jugado a la neutralidad, prefiere quedarse fuera del protagonismo, aunque difícil quedarse sin ser actor secundario. Alega que su hermano, cuasi padre, es candidato, y en esa encrucijada, prefiere no dar apoya publico a nadie. Olvida que el que liga los sentimientos con la política fracasa.
Debe recordar Serulle que nadie que participe en política, al menos en nuestro país, lo puede hacer al margen de las organizaciones tradicionales, PLD o PRD, el es un ejemplo vivo de ello.
Sabe Serulle que un partido incide en el actor político sea candidato o funcionario, ya que un partido es fuerza social, es un grupo con experiencia, con una historia común, con un programa y un ideario que determina su fuerza, influencia y recursos.
Además, y desde la Alcaldía lo ha vivido Serulle, tener el sustento, el apoyo de un partido masivo, con presencia en la mayoría del territorio de competencia, con organizaciones de base muy activas y con líderes locales que forman parte de sus cuadros, ofrecen una gran ventaja.
No es verdad que el Alcalde buscara adherirse a un partido emergente, porque cuando se pertenece a un partido nuevo sin propuesta clara, sin antecedentes y sin apoyo social, las cosas resultan difíciles.
El autor es periodista

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