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martes, 27 de marzo de 2012

LA PERVERSIDAD DEL NUEVA YORK CHIQUITO

Por Miguel Ceara-Hatton
www.frontera25.com
En el Informe Nacional de Desarrollo Humano 2008, se recogía un discurso del 2002 del Sr. Leonel Fernández quien recordaba un eslogan que usó en la campaña presidencial de 1996. El Sr. Fernández indicaba: “…solía repetir frecuentemente: transformemos República Dominicana en un pequeño Nueva York. Y éste ha sido mi sueño. Yo pasé mi niñez en esta ciudad y nunca he olvidado qué es lo que hace a la Gran Manzana lo que es: ¡el mejor lugar del mundo! Enormes rascacielos, largos puentes, túneles subacuáticos, hermosos parques, tiendas lujosas, negocios exitosos, galerías de arte, museos fabulosos, grandes teatros, calles llenas de bullicio y energía, gente de todo el mundo, trenes subterráneos ruidosos y pizzas deliciosas. Eso es Nueva York”.
Recientemente, el 27 de febrero de 2012, el Sr. Fernández decía: “En ocasiones, al volar en helicóptero sobre el Gran Santo Domingo, contemplo, desde la altura, la notable transformación que esta ciudad ha experimentado. Logro observar la amplitud de las avenidas, la circulación masiva de los vehículos, la construcción de los elevados, los edificios que lucen como verdaderos rascacielos, y, en fin, todo el espíritu de modernidad que se vislumbra desde el aire. Al divisar semejante espectáculo, que me permite comparar a nuestra ciudad Capital con otras importantes ciudades del mundo, me digo para mis adentros, caramba, helo ahí, lo hemos logrado: el Nueva York chiquito”.
Esta es la visión Oficialismo: la gente no existe. Es una realidad que solamente pueden ver los miembros del Partido Oficial, los nuevos ricos que exhiben riquezas inexplicables y viajan en helicópteros, protegidos por la impunidad que otorga la concentración del poder y el continuismo concretados en la “Dictadura Constitucional”.

La imagen del Nueva York chiquito ofrece una lógica perversa del desarrollo y la modernidad, al construirse sobre la base de la exclusión a través de enfatizar las formas y las cosas (quizás la vía más fácil para apropiarse de lo ajeno), con contenidos para los ricos pero excluyente para mayoría de la población. No es malo construir edificios hermosos, el problema radica en una concepción del desarrollo en donde ese es el fin y la cantidad de rascacielos el indicador del éxito, mientras se deteriora la calidad de vida y se pierden derechos ciudadanos.

Los rascacielos y los edificios bonitos son espejismos, apariencias, engaños y quimeras mientras la gran mayoría de los dominicanos y dominicanas estén social y económicamente excluidos. Esa es la modernidad y el desarrollo del Partido Oficial: un Nueva York chiquito pero con una población sin derechos y excluida. Eso hay que cambiarlo. El desarrollo es inclusión social y económica sobre la base de la materialización y ampliación de los derechos ciudadanos, es mejorar la calidad de vida de la gente
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Miguel Ceara-Hatton

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