HIPOLITO, MIGUEL Y EL PRD
Fernando Peña
El proceso electoral pasado mostró, evidencio que no hay un declive de los principales partidos mayoritarios del país, con la sola excepción del PRSC, como tampoco hay una marcada abstención electoral y de votos en blanco.
Todo ello sucede a pesar del desprestigio de los políticos, que desde hace años destacan analistas y encuestadoras nacionales e internacionales. El cuestionamiento a los políticos no se traduce en desmedro de la votación, porque siempre se las ingenian para desarrollar estrategias de supervivencias.
En el PRD al igual que en el PLD ningún dirigente quiere ser un político en retirada, quieren seguir la historia de sus líderes y guías tradicionales, los cuales con su cuota de prestigio y solvencia intelectual, solo se retiraron con la muerte. Caso elocuente el de Balaguer y Bosch.
Les asaltaban los temores de que sin su dominio y liderazgo imponente, sus partidos políticos no pudieran seguir con vida. Parece que en gran medida tenían razón, el PRSC sin Balaguer ya no existe, el PLD sin Bosch ya es una sombra de lo que era.
Y el PRD sin Peña Gómez amenaza con romperse en mil pedazos. El calor humano y la convivencia se han perdido en el partido blanco, han deteriorado sus lazos con la ciudadanía, se empeñan en destruir su liderazgo colegiado, que visionario y para su armonía interna les dejara su máximo líder.
Desde el Poder no han sido capaces de paliar las desigualdades, los privilegios, y mucho menos de frenar la corrupción gubernamental. Solo han sabido aumentar sus privilegios, en medio del aumento de la violencia, la pobreza y el hambre. Todos los indicadores así lo demuestran.
Los principales líderes del PRD, de manera sorprendente e incomprensible, sin una explicación razonable, en medio de la crisis que padece el pueblo, en medio de la torpeza e incapacidad como gobernante de Leonel Fernández, se empecinan en dividirse y dejar que la sociedad se coloque de rodilla ante el príncipe que nos gobierna.
Hipólito y Miguel deben juntarse y compactar sus liderazgos hacia una oposición razonable y viable al gobierno, a sus errores y desaciertos. Hacia la renovación verdadera, hacia el objetivo de convertir al PRD en el principal agente de representación ciudadana, donde la gente exprese sus exigencias, donde canalicen y agreguen voluntades de progreso y bienestar. Que manifiesten una verdadera canalización del debate político, y en la calidad de la representación de los cargos a regidores, diputados, senadores y síndicos.
Los desafíos, euforia por el triunfo y simpatía interna de Miguel en el PRD debe bajar. La beligerancia e intolerancia de Hipólito también. Con ello lo que se está es dividiendo al partido blanco y aumentando aun mas la desconfianza hacia los partidos y el desalineamiento electoral. Así solo hay un ganador: Leonel Fernández y el PLD.
Miguel con su desafió de presentarse como candidato a la presidencia del PRD y posteriormente buscar la candidatura presidencial, amenaza con romper el liderazgo colegiado, aniquilar las demás cabezas de grupos y con su eventual triunfo proclamarse líder absoluto del partido blanco.
Al decir verdad, simpatía no le falta a Miguel Vargas en la base perredeista, solo que con su triunfo, si el Guapo de Gurabo no lo acepta, podría llegar el epitafio político del otrora buey que mas jala. O con su triunfo, sin traumas ni divisiones, resurgir el nuevo liderazgo en el partido blanco.
Pero, el nuevo liderazgo en los partidos políticos debe estar acompañado del surgimiento de la democracia interna, de un mayor protagonismo de los ciudadanos, que integre, movilice a la ciudadanía, que participe en la formulación de políticas públicas, que reclute dirigentes políticos y que provee cuadros de gobiernos.
Con rebatiñas, con escarceos, con divisiones como la del pasado, sin un líder como Peña Gómez, el partido blanco quedará herido mortal, desprestigiado y percibido como incapaz de convertirse en mejor partido.
En manos de Hipólito y Miguel está el que el PRD siga siendo necesario, representativos y referencial para los votantes a la hora de decidir el voto para el cambio necesario.
El autor es periodista
www.frontera25.blogspot.com
Fernando Peña
El proceso electoral pasado mostró, evidencio que no hay un declive de los principales partidos mayoritarios del país, con la sola excepción del PRSC, como tampoco hay una marcada abstención electoral y de votos en blanco.
Todo ello sucede a pesar del desprestigio de los políticos, que desde hace años destacan analistas y encuestadoras nacionales e internacionales. El cuestionamiento a los políticos no se traduce en desmedro de la votación, porque siempre se las ingenian para desarrollar estrategias de supervivencias.
En el PRD al igual que en el PLD ningún dirigente quiere ser un político en retirada, quieren seguir la historia de sus líderes y guías tradicionales, los cuales con su cuota de prestigio y solvencia intelectual, solo se retiraron con la muerte. Caso elocuente el de Balaguer y Bosch.
Les asaltaban los temores de que sin su dominio y liderazgo imponente, sus partidos políticos no pudieran seguir con vida. Parece que en gran medida tenían razón, el PRSC sin Balaguer ya no existe, el PLD sin Bosch ya es una sombra de lo que era.
Y el PRD sin Peña Gómez amenaza con romperse en mil pedazos. El calor humano y la convivencia se han perdido en el partido blanco, han deteriorado sus lazos con la ciudadanía, se empeñan en destruir su liderazgo colegiado, que visionario y para su armonía interna les dejara su máximo líder.
Desde el Poder no han sido capaces de paliar las desigualdades, los privilegios, y mucho menos de frenar la corrupción gubernamental. Solo han sabido aumentar sus privilegios, en medio del aumento de la violencia, la pobreza y el hambre. Todos los indicadores así lo demuestran.
Los principales líderes del PRD, de manera sorprendente e incomprensible, sin una explicación razonable, en medio de la crisis que padece el pueblo, en medio de la torpeza e incapacidad como gobernante de Leonel Fernández, se empecinan en dividirse y dejar que la sociedad se coloque de rodilla ante el príncipe que nos gobierna.
Hipólito y Miguel deben juntarse y compactar sus liderazgos hacia una oposición razonable y viable al gobierno, a sus errores y desaciertos. Hacia la renovación verdadera, hacia el objetivo de convertir al PRD en el principal agente de representación ciudadana, donde la gente exprese sus exigencias, donde canalicen y agreguen voluntades de progreso y bienestar. Que manifiesten una verdadera canalización del debate político, y en la calidad de la representación de los cargos a regidores, diputados, senadores y síndicos.
Los desafíos, euforia por el triunfo y simpatía interna de Miguel en el PRD debe bajar. La beligerancia e intolerancia de Hipólito también. Con ello lo que se está es dividiendo al partido blanco y aumentando aun mas la desconfianza hacia los partidos y el desalineamiento electoral. Así solo hay un ganador: Leonel Fernández y el PLD.
Miguel con su desafió de presentarse como candidato a la presidencia del PRD y posteriormente buscar la candidatura presidencial, amenaza con romper el liderazgo colegiado, aniquilar las demás cabezas de grupos y con su eventual triunfo proclamarse líder absoluto del partido blanco.
Al decir verdad, simpatía no le falta a Miguel Vargas en la base perredeista, solo que con su triunfo, si el Guapo de Gurabo no lo acepta, podría llegar el epitafio político del otrora buey que mas jala. O con su triunfo, sin traumas ni divisiones, resurgir el nuevo liderazgo en el partido blanco.
Pero, el nuevo liderazgo en los partidos políticos debe estar acompañado del surgimiento de la democracia interna, de un mayor protagonismo de los ciudadanos, que integre, movilice a la ciudadanía, que participe en la formulación de políticas públicas, que reclute dirigentes políticos y que provee cuadros de gobiernos.
Con rebatiñas, con escarceos, con divisiones como la del pasado, sin un líder como Peña Gómez, el partido blanco quedará herido mortal, desprestigiado y percibido como incapaz de convertirse en mejor partido.
En manos de Hipólito y Miguel está el que el PRD siga siendo necesario, representativos y referencial para los votantes a la hora de decidir el voto para el cambio necesario.
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1 comentario:
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