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viernes, 28 de noviembre de 2008

QUE HACER?


El bulevar de la vida


¿Qué hacer?


"Es inútil que golpees la puerta: estamos adentro." JLBorges.


Escrito por: Pablo McKinney

(pablomckinney.com)
El mal momento nacional es innegable, y lo que es peor, ocupa todas las vertientes y puntos cardinales, desde la economía a la ética, la política y los partidos, la delincuencia y sus éxitos, el narcotráfico y sus triunfos, la corrupción y sus goces, la impunidad y su fiesta; e incluye, como regalo de promoción, a funcionarios convertidos en maquinitas "restavotos"/ popularidad, a su gobierno y a su presidente, off course.


Añada ahí, a los especuladores impunes de siempre, a ciertos empresarios en sus oligopolios de precios y salsa -y el gobierno teorizando-, bien gracias, en fin, que aquí, salvo el fornicio y sus tempestades, ay, don Radha, todo anda mal, incluida la esperanza, y eso sí es grave.


Entre nuestros muchos problemas, posiblemente el mayor sea la falta de esperanza, la ausencia de alternativas, de árbitros, de fe. Aquí, hasta los seguidores formales de Cristo andan con su crisis congresual de Concordato y privilegios.


Cansado, el país pareciera no estar por la labor de "dar otra batalla", y eso sí es preocupante. Lo otro es "gerencia y autoridad" que siempre pido, pero nadie me hace caso, y vuelvo a la esperanza: Durante el trujillismo o el balaguerismo doceañesco, al pueblo siempre le acompañó la posibilidad de la esperanza.


O estaba Bosch con su ejemplo, o estuvo Peña y su liderazgo, estuvo el PRD o estuvo el PLD como alternativas. Pero, ¿y ahora? ¿Qué político, personaje público, partido, ONG, embajada, o amante morena, encarna hoy la reivindicación nacional?


Ante tal panorama, recuerdo ahora a Enrique Jardiel cuando decía que para encontrarle sentido a la vida nada hay como morirse o estar cerca de la muerte; y resulta que el país está cerca de la anarquía total, la ingobernabilidad que es como se le dice ahora a la posibilidad cierta de que nos vayamos todos a la M...


Ahí está el país. Estos son nuestros problemas.


En lo que los poderes fácticos (político, económico, diplomático y religioso) se ponen de acuerdo en actuar, en hacer algo, sea usted pragmático y aterrizado como un político en elecciones: déle un beso a sus hijos, "háblele de tú" a su señora como cuando novios, y sólo entonces, relajado, hágase de una vez la pregunta del momento: "¿Qué puedo hacer para lograr que algún día mis hijos vivan en un mejor país"?

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