El precio de ser periodista
Rafael G. Santana
Ser periodista en la República Dominicana donde los medios de comunicación de radio, televisión y prensa escrita pertenecen a multinacionales conectadas con banqueros, empresarios y los sectores invencibles del poder económico, tiene un precio.
Actualmente, los periodistas que buscan la verdad para informar, orientar y educar cumpliendo una labor profesional con base a la ética, el combate de la corrupción, el narcotráfico, el lavado y colocando en la agenda pública los males socio-económicos y políticos de la nación, buscan sacarlos de circulación.
Estamos en un momento crítico de la información, la libertad de expresión y el ejercicio porque la autocensura y la censura llega a los portales del Internet o los llamados periódicos digitales.
Cuando se creía, que el Internet era un instrumento de comunicación libre donde pueden fluir las ideas libremente, algunos periódicos digitales vienen comportarse igual que el periodismo de encasillamiento que sirven a intereses económicos, políticos y gubernamentales.
Este comportamiento, coloca a los periodistas en ejercicio a buscar alternativas comunicacionales que rompan este esquema de silenciamiento que liquida las ideas. Una de ellas, es la creación del block, y otros decididos a no arrodillarse ni mucho menos empeñar su conciencia dan la batalla abriendo portales o periódicos digitales que sean reales ventanas y puertas a una comunicación libre sin contaminación circunstancial de los que tienen el poder económico, manejan compañías y empresas.
Los Estados Unidos de Norteamérica, donde existe un periodismo blindado que resiste cualquier intento de limitar la libertad de expresión los presidentes de esa nación sitúan a la prensa en un gran pedestal.
El profundo respeto por la prensa, llevó a uno de los pilares del ejercicio democrático en los Estados Unidos, Thomas Jefferson, decir en 1802 que –si a mí me tocara decidir si debemos tener un gobierno sin prensa o una prensa sin gobierno, no vacilaría ni un momento en pronunciarme a favor de esto último-.
El juez de la Corte suprema, William Brenan, en una sentencia histórica describió los derechos de la libertad de expresión y de prensa contenidos en la Primera Enmienda de la Constitución –como la encarnación de un profundo compromiso nacional con el principio según el cual el debate de los asuntos públicos debe ser vigoroso, con la mayor apertura y sin inhibiciones, y es muy factible que incluya ataques vehementes, cáusticos y a veces desagradables contra el gobierno y los funcionarios públicos-.
En la portada de un libro que hace más de l5 años me regaló el Servicio Informativo de la embajada de los Estados Unidos, en el país dice – una prensa sin ataduras, y tiene el siguiente mensaje –el derecho de la gente a expresarse por medio de una prensa libres es uno de los rasgos distintivos de una sociedad democrática-. Y es así, que pena tener por delante un panorama sombrío en cuanto a ejercer ese derecho, el derecho a expresarse libremente
Por eso cuando siento que se vulnera este derecho lo defiendo vehementemente y busco una explicación. De no hacerlo sería un prisionero de mis propias ideas y cuando las ideas se esclavizan surge el miedo y con el miedo la censura, la autocensura, y se abre el camino de la intolerancia, el oscurantismo, el despotismo y el totalitarismo sea de izquierda o de derecha.
Mi sugerencia y consejo no permita que te censure ni te autocensure cuando tus ideas parte de la realidad y la verdad.
Recuerda lo de Espartaco que exclamó hay dos tipos de esclavos, el que es esclavo, y el esclavo, que es esclavo y lucha por su libertad.
Carajo que es lo que pasa en este país.
Oigan lo que escribo y repito con José Martí, no hay un monarca como un periodista honesto, y en dominicana quedan de este tipo de periodista.
Les digo uno, Don Radhamés Gómez Pepín.
Cuidémoslo.
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