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jueves, 15 de enero de 2009

CUMBRE O ENCERRONA


Cumbre o encerrona _ Por Ramón Alburquerque


El partido blanco, que siga trabajando con sensatez y prudencia sin acercarse a la administración más corrupta y nociva de las últimas décadas

Por Ramón Alburquerque

La mayor acumulación de conocimientos científicos, técnicos, humanísticos, administrativos, sociales y políticos es atesorada por los gobiernos, que al conjugarla con la autoridad dimanada del voto popular en las democracias representativas les convierten en la institución rectora de cada pueblo.

La cumbre convocada por el presidente Leonel Fernández parece desconocer esta realidad, porque solicita que le presenten temas prioritarios que a juicio de cada invitado deban incluirse en las discusiones programadas.

En otras palabras, el Gobierno luce como perdido en el espacio, sin el dominio de los asuntos de Estado como exige la grave crisis mundial y naturalmente dominicana.

Lo atinado en estos casos, es la preparación de una propuesta de nación para enfrentar la crisis, que se presentaría con dos o tres semanas de anticipación a la conciencia nacional, es decir, a partidos políticos y la sociedad civil con el propósito de enriquecerla en un consenso constructivo de largo alcance.

Lo más curioso es que la cumbre no tiene fecha de terminación, lo mismo podría durar indefinidamente o concluir rápidamente, según le conviniere al Gobierno, que necesita tomar aliento nuevo hasta recuperar la calidad moral perdida en los numerosos escándalos escenificados ante el asombro de la población sensata de la nación.

Los estrategas del Gobierno incurren en agresión a la más común inteligencia humana reuniendo simultáneamente al Senado para conocer el proyecto de ley sobre la convocatoria de la Asamblea Nacional que reformaría la Constitución de la República, ignorando que el principal tema de la famosa cumbre tendría que ser precisamente éste.

Lo cierto es que la propuesta de cumbre más parece un plan para instalar dos espectáculos absorbentes de la atención del país, uno en el parlamento y el otro en el Palacio Nacional.

Con el país sentado en estos escenarios, reinaría el Gobierno solo en la opinión pública presto a mercadear su proyección para conjurar las disidencias a lo interno del PLD y retomar el liderazgo moral perdido.
Ante la impresionante debilidad moral oficial la cumbre no tiene desperdicio, de ahí que la diseñen como una acción de vida o muerte ante la pérdida total de credibilidad del presidente Fernández, que se compromete con suma facilidad para no cumplir nunca.

El PRD como principal partido de la oposición no tiene roles airosos en esta encerrona diseñada cuidadosamente para rescatar la desfigurada imagen del Gobierno.
Ramón Alburquerque es presidente del PRD

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