Por Miguel Ceara-Hatton
Economista.
La Sun Land
TOMADO DE www.clavedigital.com
El sistema político dominicano se lo está tragando todo.
Ha creado un monstruo que muy probablemente termine por tragarse a aquellos que lo han prohijado: los partidos tradicionales y los dirigentes políticos.
Estos se mueven en una lógica del poder por el poder, en donde la única forma de relacionarse con la sociedad es el clientelismo, un mecanismo negador de los derechos y que sobrevive sobre la base de estructuras de ilegalidades e impunidades.
La política sencillamente se ha vaciado de contenidos, ha dejado de ser un espacio público de concertación y de propuestas para convertirse en el medio principal de la movilidad social.
Es la vía más fácil y rápida para montarse en yipetas y adquirir propiedades de origen dudoso.
El sistema político se está tragando a la institucionalidad, en donde todo se vale mientras se siga montado en yipeta.
El sistema político ha venido segregando a la sociedad, creando una ciudadanía de primera y otra de segunda.
Si no se tienen las simpatías políticas "correctas" no se tiene derecho a la protección del Estado y ni siquiera a un empleo público.
También se ha tragado a la justicia.
La reciente decisión de la Suprema le niega el derecho a un simple ciudadano al amparo constitucional en situaciones que involucren al Poder Ejecutivo.
Pero las cosas no se paran ahí, según cinco Honorables si alguien, por ejemplo, se roba unos cuartos y los devuelve ya no es delito.
Sin instituciones no hay democracia ni hay estado de derecho.
Sin partidos y sin políticos no puede haber democracia pero esta forma de hacer la política está destruyendo la institucionalidad y la sociedad basada en derechos.
Sencillamente se está agotando.
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