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domingo, 20 de diciembre de 2009
LA FALTA DE ETICA DE ESTOS POLITICOS
LA FALTA DE ETICA DE ESTOS POLITICOS
Por Fernando Pena
Los acontecimientos sociales, políticos y económicos que vive la sociedad dominicana nos presagian grandes mutaciones, por el descrédito de los políticos y la indiferencia adrede de los sectores de mandos del país.
Esto es un dejar pasar, de dejar hacer. De nada valen las denuncias responsables de corrupción, las riquezas ostentosas de funcionarios y políticos, que hace apenas anos, andaban con una mano delante y otra atrás.
Por ello es que la población, en más de un setenta por ciento, entiende que los partidos no cumplen con su función, estando en un cuarto lugar, siendo superado por los grupos económicos y los medios de comunicación.
La clase política nuestra carece de objetivo común, anteponen sus intereses personales a los de los ciudadanos, a los del pueblo. Están más subornidados a sus intereses, a los intereses económicos que a los intereses de su representación social.
Se hace urgente la necesidad de una cultura de rendición de cuantas desde los ciudadanos que obligue a la publicidad de la vida publica.
Hay que acabar con esta amoralidad política y social donde su base, su sostén es la desigualad bárbara en lo económico, social y cultural.
La actitud adoptada por connotados dirigente del PRD, que durante décadas han gravitado en el liderazgo de esa organización y en la vida política nacional, nos muestra que en la raíz de sus disgustos, de su renuncia, esta la marca del personalismo. Y en ellos esa conducta es inexcusable, porque todo se lo deben a ese partido, en los social, lo político y económico.
Como negar el relevo generacional, que supone nuevas caras, la modernización del discurso político, de los mensajes, de programas y propuestas adaptadas a los nuevos tiempos, creíbles y financiables, con contenido social.
Uno se niega a creer que esos connotados dirigentes nos reflejan, nos muestran que el mundo de la política ya no cuenta con la certezas de antaño, cuando los amigos eran los amigos y los aliados, los de siempre. Uno se niega a creer que ellos se hayan dejado abrazar por la idea de que esas armonías son recuerdos de un pasado sin retorno.
La política tiene que dejar de ser cloaca pestilente y nauseabunda, ese mundillo tenebroso y siniestro en el que lo normal es que todos cometan contra los demás todas las traiciones, todas las deslealtades y todas las iniquidades que se les pueda ocurrir.
La política tiene muy mala fama (y muy bien ganada). Alguien la definió una vez como "el arte de darle por el c... al que está abajo y de ponerle la misma región anatómica para que haga lo propio al que está arriba".
¿Cuándo empezaremos a ver que el comportamiento corrupto, desleal, traicionero y tortuoso es signo de decadencia no de habilidad?
Los que se meten a la actividad política solo ven, solo le interesa saber lo que el príncipe hace para tener éxito, para triunfar en la lucha política, independientemente de sus métodos o de sus recursos.
El autor es periodista
Frontera25_@hotmail.com
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