Por Fernando Peña
El ejercicio político no se aprende en uno o dos días, en uno o dos años; se aprende con el entrenamiento que da el terreno de los hechos, la práctica cotidiana; y sobre todo, saber reconocer la lealtad de la traición, cualquiera sea su disfraz y camuflaje.
En estos tiempos hay que cuidarse de los aprendices de políticos o políticos mediocres que basan su poderío únicamente en lo económico, en sus teneres, respaldado por su capacidad de intriga y de chisme sin poseer una formación intelectual rescatable, ni tener prosa sus ideas y por último, ni ideas.
En los procesos electorales se dan todos los tipos de personajes posibles que se desenvuelven en torno a la política, al poder y sus mecanismos, personajes de todas las variables posibles, hasta los más inverosímiles.
Siempre, el chisme y el chismoso esta en todas las causas grandes o pequeñas.
En nuestro medio se confunde diplomacia con cobardía, dignidad con ser chismoso o muy “fuerte”, y al tonto con “ser educado y una persona fácil”.
Hay personajes que perfilan en sus actos la vileza de sus entrañas y la hipocresía de sus actos para mantenerse y lucrar con la mendacidad.
Son los que no toleran que uno defienda sus derechos, o disienta de frente, inmediatamente eres un antisocial, un busca problemas, una persona difícil, etc. A esos personajes les gustan los seudoseres, los hipócritas, los adulones, los que viven “subiéndose” sobre los otros para poder ver.
Miren, lo peor que puede hacer un político o quien detente el poder es creerle a su chismoso oficial todo lo que le diga sin contrastar las noticias recibidas con otras versiones de gente que no le debe nada.
Ciertamente que se han ganado muchas batallas y glorias por poseer buena información, pero de la misma forma se han perdido otras por creer a pie juntillas todo lo que llega del ‘corre, ve y dile’ que inventa que miente, que dice lo que no existe para derrotar en su interesada mitomanía.
El político serio, el que aspira a jugar limpio, si bien debe tener información, debe comprender que lo peor es lo que le llega del soplón, del chismoso e intrigante barato o caro, del que basa su ubicación precisamente en los rumores que esparce, en las mentiras que inventa, en los fantasmas que le crea a su patrón, amo y dueño momentáneo para obtener sus favores.
Es común oír decir que “quien no esta conmigo esta contra mi”; o que un grupo, un amigo o compañero te quiera obligar a pensar o actuar según ellos lo desean, irrespetando la individualidad, la autenticidad.
Yo moriré sin negociar mis creencias, decisiones y opiniones.
Aunque se, que algunos “políticos” nos someten a múltiples vergüenzas, porque son tan buenos actores y cínicos, que a veces les creemos sus mentiras, sus chismes e intrigas.
Dicen que cada pueblo tiene lo que se merece, pues que siga el circo de nuestros políticos con sus chismes y sus chismosos.
El autor es periodistas
Frontera25_@hotmail.com
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