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domingo, 18 de julio de 2010

HASTA SIEMPRE CANTOR, POETA, AMIGO





Por Nilda López
Desde Puerto Rico


A Benito hijo, Gloria y Carlos Alberto de Jesús, afortunados hijos del Alquimista

Benito de Jesús, cantor, poeta, amigo, puertorriqueño ilustre, compositor de altos vuelos, guitarrista, cuatrista, asesor musical de medios televisivos y radiales, partió a unirse con la Causa Suprema del Universo.

Por más de cinco décadas su inspiración portentosa creó una obra musical que privilegió el catálogo musical iberoamericano. Sus canciones recorrieron gran parte del mundo en las voces grandes de la música popular, como Marco Antonio Muñiz, José Feliciano, Felipe Rodríguez, Bobby Capó, Tania Libertad, Los Tres Diamantes, etc. Algunos de sus temas como: Nuestro Juramento, se realizó es más de 100 versiones, ganando el Disco de Oro, que le fue otorgado por la importante institución musical Peer Music. Entre los múltiples reconocimientos y premios recibidos durante su trayectoria artística tanto en Puerto Rico como en los Estados Unidos se destacó el que le fuera conferido por EMI Latin y el Life Achievement Award otorgado por la Casa editora ASCAP. Así también el apoteósico homenaje que más de 400 personas de la diáspora puertorriqueña, figuras de la música, congresistas y amigos le ofrecieron en el Sheraton Ohare, en Chicago.

“El hombre más feliz del mundo”, como se describió en una entrevista que nos concedió hace dos años, no sólo le cantó al amor por toda una vida, sino que el amor fue la guía que determinó todo su quehacer. Destilaba amor por los poros: en su mirada, en su conversación, amó intensamente a su compañera, desde que la conoció, teniendo Benito 21 años y ella 15. “Desde entonces la amé toda la vida,” nos expresó. Amó a su familia, a su Patria, a sus amigos, por los cuales sentía una gran devoción que ellos supieron reciprocar con creces, entre los que mencionaba a Quique Ayoroa, Rafael Scharrón, David Ortiz, Carlos Gallisá, el doctor Eduardo Ibarra, su amigo entrañable y médico personal.

Nacido en Barceloneta, en un hogar muy humilde: el “Jíbarito del Cruce Dávila” fue protagonista de una hermosa historia de superación personal. Para poder estudiar su escuela elemental y superior tenía que cargar pesadas garrafas de leche por casi dos horas, desde una vaquería en el campo para entregarlas en el pueblo; trabajo por el cual le pagaban 90¢ semanales con los que se ayudaba para sufragar los gastos de asistir a la escuela.

Su trayectoria musical comprende 25 años que dedicó a su participación con el famoso Trío Vegabajeño como primera guitarra –la guitarra lírica- y tercera voz del trío junto a Fernandito álvarez, primera voz y Pepito Maduro segunda voz y segunda guitarra. Durante esos 25 años Benito compuso más de 200 canciones y realizó más de 100 grabaciones con el trío. Recordaba los años que estuvo con el Vegabajeño con particular sentimiento, refiriéndose a ellos como 25 años de un gran éxito, al extremo de que nos llegaron a llamar el “Trío Nacional de Puerto Rico”. Después que se retiró del Trío Vegabajeño no volvió a cantar en ninguna otra agrupación, dedicándose sólo a la composición.

El poeta-cantor partió, dejándonos un valioso legado poético-musical que se ha inscrito, indeleblemente, en nuestra cultura y más mucho más, en los corazones de los puertorriqueños: Vuelve, Sigamos pecando, Mi angustia de bohemio, No sigamos pecando, Nuestro juramento, La manía, La copa rota, Gemido de amor, De rodillas y cientos de canciones que pasaron a formar parte del cancionero iberoamericano para siempre. Nos deja el modelo del hombre grande, recio ante los retos y adversidades que presenta la vida y capaz de luchar y vencer la desesperanza y la injusticia –modelo que tanto necesitamos los puertorriqueños-.

La estatua de Benito de Jesús, a la entrada de Barceloneta –su pueblo natal– permanecerá como eterno testimonio de amor y del agradecimiento de su nación al autor por ese legado.

El poeta cantor no ha muerto, mas bien ha partido a una región que, se me antoja, tiene que estar reservada para los poetas, los cantores, los músicos, los verdaderos revolucionarios guiados por el amor intenso hacia la humanidad, en fin, todos aquellos seres luminosos que se han dedicado a hermosear la vida a su paso.

Desde allí, Benito, que cual fascinante alquimista lograba transformar el amor en imágenes y notas musicales de oro para enternecer a su pueblo, seguirá siendo un eterno surtidor de inspiración para los nuevos cantores-poetas que quieran seguir su rumbo.

¡Dichosos los que pudimos coincidir con él en tiempo y espacio para conocerlo y disfrutar de su ingente obra musical!

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