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sábado, 25 de septiembre de 2010
AMIN ABEL HASBUN; EN LA NOSTALGIA DE MIS SUENOS
Amín Abel Hasbún: en la nostalgia de mis sueños
POR MYRNA SANTOS*
*LA AUTORA es la viuda de Amin Abel Hasbún. Reside en Puerto Plata.
“Y es que los revolucionarios seguimos haciendo la revolución aun después de muertos, cuando ya no tenemos voz para propagar las ideas revolucionarias, cuando ya no tenemos vida para empuñar el fusil, todavía nos quedan los huesos para que sirvan de banderas”. Amín Abel Hasbún.
Amín nació el 12 de octubre de 1942; el próximo mes hubiera cumplido 68 años. Le gustaba chistear sobre su vida y por ello acostumbraba a decir que había nacido en una fecha que nadie podría olvidar por coincidir con la celebración del descubrimiento de América.
Establecía en sus peroratas sobre la asignación de las fechas memorables ligadas a su vida, el haber coincidido nuestro matrimonio con el 24 de abril de 1965, fecha esta que dio inicio a la gran insurrección popular que derivó en la segunda intervención norteamericana, que trajo como consecuencia grandes y graves confrontaciones sociales, y que por igual moriría un día que sería recordado siempre por todo el pueblo dominicano, y no se equivocó, porque el 24 de septiembre, Día de las Mercedes, seguirá siendo un día asociado a su muerte.
Vivio una vida muy accidentada, rodeado de persecusiones, encarcelamientos, aislamiento familiar y graves dificultades en el desenvolvimiento de su diaria cotidianidad. Era un hombre disciplinado, sencillo, tal vez con una humildad que me enervaba por considerar que esa actitud lo llevaba a que algunas personas desvalorizaban su entrega y denostaban de su condición social para impedir su ascenso en las decisiones políticas de importancia dentro de las organizaciones donde mantuvo hasta la muerte su militancia partidaria.
Su inteligencia fuera de serie la puso a prueba tanto como estudiante como político: En medio de las convulsionadas luchas por la destrujillización de la universidad estatal, el regreso de los exiliados, su carrera en la facultad de Ingenieria y Arquitectura, su ascenso a la Secretaría General de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED): la lucha por un mayor presupuesto y la formación del Movimiento Estudiantil Flavio Suero, Amín descollaba con notas sobresalientes y se graduó, Summa Cum Laude, título que le fue otorgado después de muerto.
Sin embargo Amín, siempre reía, nunca la tristeza fue su estado de ánimo; aún en medio de una tremenda disyuntiva personal cuando nuestro hijo Ernesto Van-Troi, al nacer en el 1968, presentó una dolencia cardíaca congénita que podía haberse derivado en una muerte segura, siempre demostró entereza y optimismo que influyó en mí, para poder enfrentar esa posible debacle personal.
Teníamos un acuerdo, de siempre encontrarnos para Navidad y Año Nuevo, si los sucesos políticos que se desencadenaban lo permitían, pero aún así, sorteaba las dificultades para cumplir con ese acuerdo y por ocho años que duró nuestro noviazgo y matrimonio, siempre para esas fechas estuvimos juntos. Igual sucedía para mi cumpleaños, nunca dejó de enviarme un obsequio, si no podía estar presente, o de llevármelo si lograba llegar, regalo que el mismo confeccionaba. Podía ser una pintura, un poema, un cuento, un cofre, en fin, detalles que mantuvieron siempre nuestras relaciones con un acercamiento a pesar de la distancia.
Cuando se perpetró el secuestro del coronel norteamericano Donald Crowley, aún cuando Amín fue hermético, tuve la percepción que se avecinaban terribles dificultades. Percibí que Amín habia tenido que ver y mucho en ese rapto y en sus resultados finales, logrando negociar y sacar fuera del país un conjunto de 20 hombres encarcelados en la prisión de La Victoria, condenados a corto plazo a la muerte, si este secuestro no se hubiera planficado y logrado una conclusión exitosa. Entendí que Amín estaba en peligro inminente y así se lo hice saber, pero él con el optimismo que siempre lo caracterizó, desechó todas mis conjeturas y me infundió valor.
El día antes de su muerte, 23 de septiembre de 1970, sentados en unas mecedoras y conversando los dos en medio de un tremendo apagón, a través de un radio transistor, pudimos oír el aviso que provenía de uno de los locutores de Radio Comercial que transmitia en ese momento el juego de pelotas, que a una cuadra de donde estabamos residiendo, había ocurrido la muerte de un joven a manos de la Policia Nacional, cosa esta que me puso “los pelos de punta”, unido a que había hecho contactos con Edgar Erickson Pichardo (El Gringo) para que le dijera a Moisés Blanco Genao, que Amín estaba en casa y queria conversar con ellos, por lo que habíamos quedado en que irían a visitarnos en horas de la noche y aunque estuvimos hasta las doce esperándolos nunca llegaron; y Amín para calmarme comenzó a contar una serie de anécdotas de sus vivencias en la región del Este del país, a donde había sido enviado por la dirección política del MPD para escabullirlo de la persecusión de los organismo de represión.
A eso de las 6:00 de la mañana, fui despertada por el timbre que sonaba de manera repetida y cuando me asomé al balcón constate que estabamos rodeados de la Policía Nacional y que apoyados por un Ayudante Fiscal pedían entrar a allanar nuestra casa y hacer preso Amín. Los acontecimientos se desarrollaron tan precipitadamente que la realidad nos dio en la cara. Amín fue asesinado vilmente en las escaleras donde residíamos y tanto nuestro hijo, Ernesto Van-Troi, con dos años de edad, como yo con siete meses de embarazo, junto a la trabajadora de la casa fuimos hechas presas.
40 años hacen, este 24 de septiembre, de ese horrible acontecimiento en mi vida y en la vida de mis hijos. Desesperanzas, frustraciones, situaciones trascedentales y grandes expectativas han rodeado mi vida, la de mis hijos y de mi compañero Enrique Rivera, quien asumió la parte paterna de que adolecieron mis hijos que procreé con Amín y que la guadana fatal que han segado la vida de muchos en el país, nos lo hizo sentir, visibilizando una gran tragedia en nuestra familia, que ha normado nuestro comportamiento y forma de ser.
Por eso, la figura de Amín Abel Hasbún, a pesar del tiempo, repercute en mí con la gran añoranza de seguir siendo la gran nostalgia en mis sueños.
santosm28@hotmail.com
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