
Yvelisse Prats-Ramírez de Pérez
yvepra@hotmail.com
No soy una viejita gruñona de esas que reparten rapapolvos a diestra y siniestra.
Ni siquiera me siento vieja, aunque lo soy biológicamente. Me encanta la vida, río estrepitosamente, lloro con facilidad de niña sin pudorosos disimulos y me entusiasmo con toda aventura y trabajo que emprendo.
Pero de cuando en cuando me apetece dar un regaño, una admonición, dicho más finamente, a algunos a quienes me debo como compañera y amiga. Cuando no se tiene abuela viva, esa que alaba pero también reprende, es saludable que alguien haga sus veces para señalar el error y dar, sin que lo pidan, algún consejo.
Hoy tomo esa licencia frente a Hipólito Mejía y a Miguel Vargas Maldonado, quienes aspiran a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario Dominicano.
El 10 de octubre, compañeros, concluyó el 1er. Congreso Nacional de nuestro partido, cerrando un proceso de más de dos meses.
En dos días de plenarias, ustedes pudieron auscultar, en los más de mil cuatrocientos perredeístas presentes, al verdadero partido que subyace y palpita bajo la superficial capa de las contiendas grupales que afean la imagen de una organización política cuya historia de logros democráticos merece respetarse en el presente y consolidarse en el porvenir, con nuevas conquistas a favor de la gente.
El Congreso aprobó con fervor resoluciones que recogen lo mejor de nuestros valores y principios, amalgamándolos con el análisis de la actual coyuntura, para parir programas y compromisos que pautan de ahora en adelante la andadura de los perredeístas: de todos sin excepción.
Cumplir esas resoluciones es un mandato que se dieron las bases y los mandos medios del partido, cuando las debatieron en las mesas de trabajo.
Hacerlas cumplir, con el mejor método de un dirigente que es el ejemplo vivo de que nos habla José de la Luz y Caballero, es una obligación ética y una demostración de inteligencia política que tanto usted, compañero Hipólito, ex Presidente Constitucional de la República, como usted, compañero Miguel, presidente del Partido Revolucionario Dominicano, tienen que presentar como credencial ante el pueblo dominicano.
Todos los que participamos en la Mesa de Concertación dirigida por Hugo Tolentino, esperábamos que ese pliego sopesado que se leyó entre aplausos al final del Congreso, fuese una especie de Evangelio que nos convocara alrededor de sus Buenas Nuevas.
Las piedras verbales que ustedes se arrojaron públicamente, a poco de concluido el Congreso, deterioran el éxito de este, menguan nuestra confianza, y los daña, compañeros Hipólito y Miguel, dañando también al cuerpo del Partido Revolucionario Dominicano.
Me opuse al intento de reelección de Hipólito, él lo supo y lo sabe, pero no es de buena ley refregarle ese error. Él mismo ha proclamado con su proverbial sinceridad su arrepentimiento.
No es saludable denostar el “pacto de las corbatas azules”, recordando que fue un acto no consultado en los organismos; los propios resultados de ese acuerdo han sido una lección para el compañero Miguel, que arremete ahora contra el gobierno con la certeza de que en los peledeístas no se puede confiar.
Compañeros Hipólito, Miguel: no se deben violar los compromisos altos, las resoluciones buenas, las esperanzas que crecieron en el transcurso de un Congreso que proclamó como único camino para llegar al poder la unidad y la renovación del PRD. Luchen por sus respectivas aspiraciones, el poder bien merece ese esfuerzo.
Pero luchen, respetando nuestros Estatutos, las obligaciones asumidas en el Congreso, las exigencias de una sociedad que nos empieza a contemplar como alternativa válida ante el fracaso peledeísta, pero que nos exige racionalidad, talento, tacto político, y discernimiento para combatir contra los verdaderos adversarios, que no están dentro del PRD, sino en la acera contraria.
Ustedes son, como dice Benedetti, “pedazos de un plural”. Respétense en lo que los hace semejantes, pero claro está, subrayen sus diferencias, enseñando lo mejor de cada uno, explicando sus ideas, sus propósitos, sus planes. Cántense ustedes mismos sus propias alabanzas, sin referirse a los defectos del otro, para eso bastan y se sobran los enemigos del Partido y de ambos.
¿Con qué derecho, Miguel, Hipólito, les digo estas perogrulladas, que todos conocen, pero que callan sus respectivos áulicos? Porque no estoy en ningún grupo, aunque defiendo la pluralidad de la democracia interna.
Porque quiero que el PRD gane las elecciones del 2012, y porque cada vez que ustedes se hieren, siento esa estocada en mi férvida militancia.
http://www.listin.com.do/puntos-de-vista/2010/11/5/165394/De-reganos-y-de-danos
Congreso José Francisco Peña Gómez por la Unidad y la Renovación del Partido
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