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lunes, 22 de marzo de 2010

GANANCIA DE POCOS, DESENGAÑO DE MUCHOS











Por Fernando Peña

Hannah Arendt no se equivocó cuando señaló que "la mentira no se desliza en la política por algún accidente de la iniquidad humana. Sólo por esta razón no es probable que la haga desaparecer la afronta moral".
El nepotismo, la corrupción, y la impunidad imperan no sólo en el Ayuntamiento de Santiago, en el Gobierno, sino también en los partidos políticos.
Lo que se observa en este proceso electoral es que partidos y dirigentes se han prestado a la violación de los derechos de militantes al despojarlos de candidaturas legitimas, al permitir candidaturas que van en la boleta solo porque son familiares de dirigentes, esposas, hermanos o por alguna relación económica o de amistad.

Uno se pregunta ¿Es posible creer en un partido o dirigente que presenta en su boleta electoral un importante numero de candidatos corruptos e incapaces, figuras desprestigiadas y desgastadas, que solo han ido a la Sala Capitular a buscar contratas y beneficios personales?

De qué civismo podemos hablar cuando un importante número de legisladores, regidores reconocidos como vagos, corruptos e incapaces vuelven al Ayuntamiento a la Asamblea Legislativa, mientras otras desprestigiadas y desgastadas figuras de la politiquería criolla se refugian en el PARLACEN.

Es por ello, que se está adentrando en la mente de los ciudadanos, de los jóvenes y viejos, la idea de que el actual sistema político, la democracia es una falsedad y la reafirmación de la partidocracia una necesidad de la clase dominante para preservar sus intereses.

Solo se preocupan por sembrar falsas ilusiones y promesas electorales, que se desvanecen al poco tiempo de ejercer el poder el nuevo Gobierno municipal o Central.

En las primarias de los partidos se utilizan prácticas fraudulentas, incluida la compra de votos, el robo de urnas y actas; la amenaza y la intimidación, como lo reafirman los cientos de denuncias que se formulan antes, durante y después de las elecciones.

Lo que reina es el clientelismo electoral, el voto a cambio de promesas de nombramiento, de becas, de materiales de construcción, de comida, de dinero, etc.


Uno se pregunta ¿Y para qué fue la nueva Constitución? ¿Porqué esa nueva Constitución no nos garantiza una sociedad con principios democráticos; una nueva moralidad solidaria, con transparencia en el manejo de la cosa pública y que acabe con la corrupción y la impunidad que hoy nos ahoga?

Esa nueva Constitución debió propiciar una democracia participativa, por la revocatoria de mandato por parte de los electores, por la participación popular en la toma de decisiones. Una democracia que además garantice el pleno respeto a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales; que camine hacia el desarrollo nacional integral que busque el bienestar económico común y la equidad social.

Los ciudadanos se están desencantando de los políticos, de los partidos. La deslegitimación por parte de la población de los partidos políticos, es peligrosa.

Óiganlo bien, nuestros partidos van hacer zarandeados por la realidad. La necesidad de cambio en el PRD y el PLD es tan evidente y necesaria, como la reconstrucción de Haití, pueblo desbastado por un terremoto.

El PRD se ha olvida que su papel es recoger las demandas
populares, depurarlas, darle coherencia y encauzarla.

El autor es periodista
Frontera25_@hotmail.com

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