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martes, 2 de agosto de 2011

Los indignados ocupan Israel. Decenas de miles de israelíes protestan contra la carestía de la vida y un sistema económico que les ahoga

EUGENIO GARCÍA GASCÓN CORRESPONSAL EN JERUSALÉN
publico.es
Dos indignadas meditan en la acampada de Tel Aviv en la que se protesta por el coste de la vida. MENAHEM KAHANA / afp"Bibi: estudiamos, trabajamos, vamos al Ejército y a las milicias, pero no podemos llegar a fin de mes", dice una pancarta colocada en una de las carpas que se levantan en la improvisada acampada del Parque de la Independencia de Jerusalén, frente al Consulado de Estados Unidos y a sólo 200 metros de la residencia del primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu.

Decenas de miles de ciudadanos fatigados por sus graves problemas económicos han dicho basta con manifestaciones que se han celebrado en las grandes ciudades israelíes, y en localidades menores, para denunciar un sistema que ni les satisface ni les permite vivir dignamente. "El pueblo exige justicia social" ha sido la consigna más coreada en todas las concentraciones.

"Es la mayor lucha social de la historia de Israel", dice el profesor Davidi
"Durante muchos años Israel estuvo cerca del socialismo. Cuando se creó el Estado, el salario más elevado equivalía a cuatro veces el más bajo. Ahora las diferencias son enormes y la clase media tiende a desaparecer. La riqueza la acumulan unas pocas familias y los precios de los productos de primera necesidad se han disparado. La gente no puede más", dice Dor Sandak, que desde hace diez días pernocta en el campamento del Parque de la Independencia en solidaridad con otros indignados que se encuentran en peor situación que él.

Sandak, de 30 años, trabaja en una residencia de niños autistas y a cambio recibe un salario que le permite vivir en una situación precaria. "El sistema económico debe cambiar radicalmente porque los impuestos que paga la gente corriente, que son muchos, no revierten en la gente corriente. No existe una competencia real en los mercados y los ricos se hacen cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. El Gobierno debe modificar sus prioridades", explica el joven.

Para Sandak, la rebelión que vive Israel está relacionada con lo que está ocurriendo en Grecia y en España, y también con lo que sucede en los países árabes. "En el mundo hay suficientes alimentos y viviendas, pero no están bien repartidos", dice este joven que en las últimas elecciones votó por el partido liberal Meretz y que ahora votaría por los comunistas de Hadash si tuviera oportunidad.

Una activista que estuvo en Sol ha importado el sistema asambleario
Vicky Vanunu, de 32 años, llegó al campamento hace ocho días, con su hija de dos años y medio. Vino a reclamar los derechos que las madres solteras tenían antes y que el Gobierno ha suprimido.

"Para acabar con las protestas, Netanyahu ha propuesto ayudas para las clases medias, pero no para nosotros", indica Vanunu, una trabajadora social que asiste a personas mayores y vive en Katamon, un barrio muy popular de Jerusalén.

La situación de Vanunu es desesperada. Su salario mensual es de 3.200 shekels (unos 650 euros), pero el alquiler de la casa, que en los últimos años casi se ha doblado, es de 3.300, es decir 100 shekels más que sus ingresos. Además tiene que pagar todas las facturas de los servicios y su alimentación y la de su hija. "Llego a final de mes gracias a la ayuda de mi hermano, de mi madre y de algunos amigos. Debo cuatro meses del alquiler y el propietario ha iniciado el proceso para echarme del apartamento".

La consigna más coreada: "El pueblo exige justicia social"
Vicky Vanunu nunca ha votado porque no confía en los partidos políticos. "Me consta que en el país hay mucho dinero. Es algo que dicen los expertos, no me lo invento. Debería haber dinero para construir casas para las personas pobres como nosotros, pero ese dinero se destina a otros fines", denuncia.

Protesta inédita

Efraim Davidi, profesor de Historia Económica y Social en la Universidad de Tel Aviv y miembro del comité central del Partido Comunista, cree que está asistiendo a "la mayor lucha social en la historia de Israel". En su opinión, lo que está ocurriendo es algo inédito, aunque no sabe adónde conducirá ni quiere hacer pronósticos.

La amplitud de la protesta crece día a día y en el último año el Gobierno de Netan-yahu ha elaborado nada menos que siete planes para la vivienda. Sin embargo, las protestas ya han superado ese problema. Los médicos están en huelga desde hace cien días. Los trabajadores sociales también se han parado. Un sector del funcionariado no acude a sus lugares de trabajo y los acontecimientos parecen superar al Ejecutivo, que sigue enfrascado en solucionar el problema de la vivienda.

Davidi relaciona lo que está sucediendo con la plaza de Catalunya, la Puerta del Sol o la plaza Sintagma de Atenas. "El peso de las protestas lo están llevando a menudo las clases medias y bajas que tienen empleo pero se quejan de su miserable remuneración".

Una activista israelí que estuvo con los indignados de la Puerta del Sol ha copiado numerosas técnicas en la organización de las protestas de Tel Aviv. Se ha importado la democracia directa, la forma de hacer las asambleas por la tarde para establecer el programa del día siguiente e incluso la forma de hablar y de gesticular.

"La principal diferencia con Madrid y Barcelona es que aquí los manifestantes han acogido a los políticos de la izquierda, y no los han rechazado", comenta el profesor Davidi.

El pasado viernes, decenas de activistas de la extrema derecha procedentes de las colonias israelíes en los territorios ocupados en Cisjordania asaltaron el campamento de los indignados y rompieron sus banderas rojas y derribaron las pancartas que pedían la convivencia entre judíos y árabes.

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