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martes, 6 de marzo de 2012

NOS GOBIERNAN ENFERMOS MENTALES?


CUANDO LLEGAN AL PODER SE CREEN DIOSES O SUS ENVIADOS EN LA TIERRA, PROPICIAN EL CULTO A LA PERSONALIDAD Y MUCHAS VECES SE TORNAN CRUELES
FRANCISCO RUBIALES
El político y psiquiatra David Owen, que fue ministro de Sanidad y de Exteriores británico, afirma que sí, que muchos de los que hoy nos gobiernan son peligrosos enfermos mentales. La enfermedad explicaría muchos de lo que al pueblo le resulta inexplicable, incluyendo las mentiras, los fracasos y las medidas contra el ciudadano…
Los insensibles son enfermos o canallas que han llegado al poder, mientras que los que sufren son seres humanos decentes que merecen la confianza de sus administrados.
¿Por qué ese comportamiento extraño e insensible de los políticos ante el sufrimiento que ellos mismos provocan o que no saben mitigar?
La respuesta es que muchos de los políticos que hoy gobiernan son auténticos enfermos mentales, necesitados urgentemente de tratamiento psiquiátrico intenso. Los síntomas más claros del "Síndrome de la Arrogancia", la enfermedad mental que David Owen define y que reclama sea incluida, con un número propio, en el Código Internacional de Enfermedades (CIE).
Tras desempeñar cargos como el de ministro de Sanidad (1974-1976) y el de Asuntos Exteriores (1977-1979) en el Reino Unido, Owen, médico de profesión, se ha concentrado en los últimos siete años en la medicina y en la investigación del cerebro humano.
Durante este tiempo, el inglés ha desarrollado una tesis sobre este "síndrome de 'hybris'", para él un desorden de personalidad cuyos síntomas serían el aislamiento, el déficit de atención y la incapacidad para escuchar a cercanos o a expertos.
David Owen (In Sickmess and in Power, 2008) explica que el dominio del poder ocasiona cambios en el estado mental y conduce a una conducta arrogante, por lo que las enfermedades mentales necesitan una redefinición que incluya el Síndrome de la Arrogancia en el elenco mundial de enfermedades mentales.
A algunos políticos, el poder les hace perder la cabeza, los convierte en arrogantes y soberbios y les aleja de la realidad, situándolos en una peligrosa alienación que les hace perder la noción de la realidad, se convierte en verdaderos y peligrosos enfermos mentales, incapacitados, según Owen, para tomar decisiones y gobernar.
Cuando acceden al poder se creen dioses o sus enviados en la Tierra, propician el culto a la personalidad y muchas veces se tornan crueles.
Algunos creen que esa enfermedad se da únicamente en las tiranías, pero lo cierto es que también se desarrolla en las democracias, afectando a personas que han sido elegidas en las urnas.

El síndrome, en los dirigentes que gobiernan las democracias, al no poder comportarse como dictadores crueles, tiene otros rasgos y manifestaciones: se sienten eufóricos, no tienen escrúpulos, no son conscientes de sus errores y fracasos y son capaces de dormir a pierna suelta sin que ni siquiera les afecte el rechazo masivo de los ciudadanos o su inmensa y aterradora cosecha de fracasos, dramas y carencias que, para cualquier persona con salud mental, resultarían insoportables.
Su alienación es de tal envergadura que cometen un error tras otro, porque la capacidad de análisis no les funciona y sus decisiones y medidas son producto del desequilibrio, la soberbia y la confusión extrema.

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